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viernes, 31 de mayo de 2019

LA IDEOLOGÍA DOMINANTE



Seamos marxistas, al menos por un ratito. Tratemos de comprender eso que los estructuralistas franceses llamaban "ideología dominante". Ideología: conglomerado de ideas que conforman un todo, en el que cada idea es inseparable del conjunto, del que no se puede desgajar sin ponerlo en crisis. Las ideologías son las religiones de nuestro tiempo, transforman las ideas en creencias, y las creencias en dogmas. Sustituyen a la religión y aspiran, como ella, a regir la totalidad de la conducta humana, desde la moral y el sexo, a la política y las relaciones sociales.

Toda ideología es colectiva, crea un grupo con el que se identifican los individuos que la profesan. Por su naturaleza absorbente y totalizadora, exige que el individuo se identifique con ella hasta convertirla en un sustituto o prolongación del yo. Cualquier duda o ataque a la ideología se considera una ofensa a la persona que la profesa.Tanto es así que un individuo puede llegar a matar o a morir por defender su ideología, lo mismo que todavía hoy hay quien está dispuesto a morir y a matar por su religión.

De acuerdo con Marx, las ideologías no nacen de la nada, sino de las condiciones materiales y las relaciones de poder que se establecen en una sociedad. Tienen un fin: mantener un orden social que asegure el poder y la dominación de las clases privilegiadas. Toda clase dominante lo es, no sólo por ostentar el poder económico, sino por generar y controlar la ideología dominante de una sociedad. Tómese aquí el concepto marxista de clase dominante en sentido amplio: no sólo incluye a los dueños de los medios de producción, sino del mercado, la información, las comunicaciones, el flujo del dinero, la tecnología, el armamento, el petróleo, las materias primas, etc. No forman un grupo unificado, ni podemos definirlos sin más como "los ricos", ya que no todos los ricos son explotadores, depredadores y poderosos, sino sólo una minoría.

Aterrizo. Hoy, en España, podemos hablar de la existencia de una ideología política dominante que reúne todos los requisitos para serlo: conjunto de ideas rígidamente estructuradas, defendidas por sus seguidores de modo dogmático, difundidas ampliamente por los medios de comunicación, aceptadas por la mayoría de los ciudadanos. Algunos rasgos de esta ideología son:

-División de la sociedad en dos grupos enfrentados: las élites/la gente (casta, ricos, banqueros, Ibex 35..., "los malos", frente a pueblo, clases trabajadoras, marginados y oprimidos..., "nosotros, los buenos").
-División política de los ciudadanos en dos grupos antagónicos:derecha/izquierda.
-Demonización y deshumanización de la derecha(antidemócrata, facha, franquista, explotadora, corrupta, xenófoba, machista...).
-Identificación de la izquierda con los valores positivos(tolerancia, democracia, libertad, sensibilidad, solidaridad...).

A partir de aquí, la ideología dominante ha ido ampliando su radio de acción: feminismo, abortismo, antipatriarcalismo, eutanasia, ecología, antisionismo, filoislamismo, plurinacionalismo, autodeterminación, identidad nacional, lengua propia... Cada poco surge una nueva causa que se engarza a las otras. Todo va a parar al mismo cesto.

Esta ideología "progresista" no se sostiene y difunde por su coherencia o racionalidad interna, sino porque absorbe emociones primarias, sobre todo negativas (odio, rechazo, miedo, rencor, envidia…); porque hace sentirse a los individuossuperiores; porque canaliza frustraciones e impulsos reprimidos, que encuentran un escape al focalizarse en un "enemigo" fácilmente identificable, al que se descalifica de modo absoluto. Todas las causas que defiende (muchas veces justas en su origen) acaban así contaminadas de sectarismo, fanatismo, violencia verbal e imposición totalitaria. El ejemplo más claro es todo lo que tiene que ver con la "violencia de género".

Mi conclusión es que esta ideología, si aceptamos el supuesto marxista, no tiene otro fin sino el de servir a los intereses y el poder de la clase dominante, como siempre ha sido a lo largo de la historia. Si es cierta esta inquietante verdad habrá que empezar adesmontar todo este tinglado retroprogre, todas sus falacias y engaños, el entramado de intereses a los que sirve y su función de control social de la conciencia, la conducta y hasta el sexo de la mayoría. Y cuidado, no para montar otra ideología paralela que recoja todos los deshechos de la historia, sino para imponer la racionalidad y la libertad individual y colectiva.

Lo primero es empezar a sospechar. Cualquier trabajador podría preguntarse, por ejemplo: ¿qué tengo yo en común con esos pijoprogres y millonarios de izquierda, desde Wyoming a Carmena, de Pepu Hernández a Monedero? ¿Y con esas madres secuestradoras de hijos en nombre del feminismo? ¡El Ibex 35 ideológico!

viernes, 24 de mayo de 2019

IDENTIDADES CERCADAS



El pasado octubre soltaron por los Pirineos franceses a dos osas pardas eslovenas, una llamada Claverina, la otra, Sorita. Claverina, por lo visto, se zampó algunas ovejas para acumular grasa y poder hibernar. Su hermana, Sorita, encontró bellotas y frutos silvestres y obtuvo esa reserva sin necesidad de atacar el ganado. Claverina ha despertado ahora y ha vuelto a matar a cuatro ovejas, no sabemos si por necesidad proteínica o por imperativo étnico-zoológico. El problema ha surgido porque esta vez han sido ovejas navarras las atacadas. Claverina, que no entiende de fronteras, se ha venido a vivir al Pirineo navarro-aragonés, donde al parecer se come mejor. Todo muy natural.

El tema, sin embargo, ha ocupado la cumbre hispano-francesa, convirtiendo la osadía de la osa en conflicto internacional. Un conflicto político que, naturalmente, requiere una solución política. Ya se han reunido los Ministerios de Transición Ecológica y las correspondientes Consejerías Autonómicas de Navarra y Aragón. Lo importante, han dicho, es dialogar, "como no podía ser de otra manera". Se proponen cercados electrificados, mastines y pastores vigilantes armados. He aquí un claro conflicto de identidades territoriales.

Por un lado tenemos a dos osas eslovenas emigrantes, cuyos movimientos están protegidos por el espacio Shengen. Como al parecer estas dos osas son legalmente francesas, nos encontramos con una identidad política superpuesta que habrá que respetar, y por eso llevan las plantígradas un geolocalizador controlado desde Francia. Añadamos que las ovejas destripadas eran indubitablemente navarras. Metamos ahora por medio a los pastores, seguramente navarros y aragoneses de pura cepa, y así reconocidos en sus respectivos Estatutos de Autonomía.

No quiero hablar de los buitres, cuya patria es el cielo, pero resulta que también han intervenido en el despedazamiento de las ovejas, incluso, según algunas fuentes, causando la muerte de una de ellas, cuyo asesinato se atribuye, sin embargo, a Claverina, a la queel Paísllama ofensivamente "mataovejas". A mí me sueña algo heteropatriarcal, porque no olvidemos que Claverina es fémina plantígrada, y oveja término inclusivo.

Estoy con Claverina, con su identidad errante, basada en la necesidad y el instinto, que se impone a cualquier identidad territorial. Porque en este conflicto lanar, lo que debiera predominar es que una osa es una osa, una oveja es una oveja y un buitre un buitre. La naturaleza de la osa es ser osada, la de la oveja protegerse en el rebaño y la del buitre unir al vuelo majestuoso la voracidad carroñera. Y podríamos así ampliar la causa osuna (actualmente hay 300 ejemplares, 250 concentrados en las montañas de Asturias y León) a la defensa de las 200 manadas de lobosque ya se extienden por casi toda la Península sin respetar fronteras autonómicas, haciendo honor a su nombre, "lobo ibérico", y reivindicando, de paso, no ya la desaparición de las autonomías, sino nuestra unión con Portugal.

Se han contabilizado los ataques de lobos del 2016 y el saldo da más de 5.000, y los animales muertos, más de 10.000. ¿Mucho? Son estadísticas tramposas, que magnifican el daño, sin realmente valorarlo. Mueren más animales y aves en las carreteras, sin contar los humanos. Algunos aseguran que ya han llegado los lobos a unos 15 kilómetros de las murallas de Ávila. Acabarán zampándose a los niños del parque en un descuido de sus padres.

También han dejado sueltos, como a las osas eslovenas (y ahora me voy, sin ton ni son, de los cerros de Jacetania a orillas del Manzanares), a los golpistas encarcelados, y también hemos visto que no respetan ni la cerca del Congreso ni la geolocalización impuesta por el Supremo. Es paradójico, porque reclaman libertad cuando están ellos empeñados en electrificar la frontera de los Países Catalanes.

El ejemplo cunde, y empieza a extenderse por toda la cabaña lanar hispánica. José García Molina, vicepresidente podemita de la Junta manchega, acaba de presentar un plan que "prioriza el acceso al empleo público de las personas de Castilla-La Mancha". Donde no hay lengua ni pedigree genético, hay que electrificar la cerca con el origen manchego. Si no hay duda de que existen ovejas manchegas (ahí está el queso con denominación de origen), ¡cómo no va a existir una identidad manchega!

Ah, aclaro que Jacetaniaes una comarca de Huesca por donde debe de andar ahora Claverina siguiendo el rastro de dos osos machos autóctonos, al parecer recientemente desaparecidos. ¡Jacetania! Sólo por este nombre merecería ser reconocida esta comarca como nación independiente.

viernes, 17 de mayo de 2019

PARÁLISIS


Lo confieso: no sé de qué hablar, qué escribir, qué tema traer a cuento y a cuenta de qué. No sé cuántos españoles compartirán esta perplejidad, esta apatía, una especie de desenganche o flojera mental que me ha sobrevenido después de las elecciones. Me refiero a la marcha general del país, la nación, la sociedad, la necesidad de valorar el "estado de ánimo general", ese presente que incluye el futuro inmediato y un poco más allá, tarea a la que he dedicado gran parte de estos artículos semanales.

Este estado de ánimo, no pesimista, sino inclinado a la apatía, es sin duda un mecanismo de defensa ante la saturación de estímulos, ante la imposibilidad de discriminar, sopesar y analizar la acumulación de hechos y dichos contradictorios que nos acosan cada día. Me gustaría pensar que esta reacción es una forma de protección, un momento de pausa necesaria para no dejarse arrastrar por el agujero negro que genera la inmediatez, las urgencias del momento.

Quizás todo tiene que ver con el impulso o la necesidad de detectar y describir cómo nos vemos y cómo nos sentimos hoy la mayoría de ciudadanos, algo que no muestran los resultados electorales, sino que lo enmascaran. Si es válida la analogía que considera a la sociedad como un organismo vivo, diríamos que los síntomas más evidentes señalan un proceso de desintegración orgánica, de pérdida del impulso de coordinación y cohesión entre todos los elementos que componen el ser vivoque como sociedad somos. Lo más parecido es el cáncer, en el que un conjunto de células deciden ir por su lado, para lo cual necesitan destruir a otras y ocupar su espacio.

La duda que me paraliza es saber si esta sensación, la percepción que yo tengo de la realidad orgánica (política y social) de nuestra patria es general o sólo fruto de mi particular modo de observar y analizar los hechos, las tensiones, los movimientos biológicas del conjunto. El impulso básico de los seres vivos es alcanzar un equilibrio entre el interior y el exterior. La homeostasis es ese estado en el que un organismo logra mantener los niveles óptimos de todos los componentes vitales, desde el calcio y el oxígeno, a la glucosa o el hierro. Mantener la vida, permanecer en el ser, ésta es la ley general.Para ello necesita coordinar y cohesionar todas las células, todos los elementos que constituyen su ser.

En un cuerpo sano, triunfa el principio homeostático; ¿pero qué pasa cuando un organismo es incapaz de restaurar ese equilibrio que hace posible la vida? Del mismo modo que nosotros dependemos del cerebro, que de forma consciente e inconsciente regula las acciones necesarias para la supervivencia, así creo yo que tenemos un cerebro social, con circuitos especializados en distintas tareas, pero sobre todo capaz de generar una conciencia de sí mismo autoprotectora. A esta conciencia contribuyen todos los cerebros individuales, que, como las neuronas, deben conectarse, cooperar e integrarse en un propósito común. Yo, al menos, así lo intento.

Digo que la sociedad española necesita tomar conciencia de sí misma, el paso previo para que se despierte en ella el instinto de supervivencia, el deseo de permanecer, hoy aletargado. La conciencia de sí mismo es la unidad central que permite la coordinación e integración de todas las neuronas y células del cuerpo. Conciencia autobiográfica de pertenencia y permanencia, que es la base de cualquier racionalidad consciente. La gestión de la vida social no es posible sin una deliberación reflexiva, consciente y eficaz. Nuestro cuerpo social ha perdido la capacidad de tomar decisiones destinadas al mantenimiento de la vida, por eso lo más urgente es que recupere la conciencia de sí mismo y encare el proceso de desintegración y muerte a la que, si no reacciona, está abocado.

Despertar el instinto, el inconsciente biológico, el impulso de la vida.Superar la apatía paralizante que puede acabar invadiendo todo el cuerpo y el cerebro social. No creo que el miedo, la amenaza de un futuro autodestructivo (metástasis) sea fruto de ningún delirio personal. Ojalá lo fuera, pero acabo de leer que hasta Carlos Saura, nada sospechoso de alarmista, ve como posible una nueva guerra civil, de la que observa síntomas muy preocupantes.

Bueno, estamos en el 2019; para el 2036 faltan 17 años. Más o menos los que Iceta anuncia para la independencia de Cataluña... Pero como hoy el tiempo corre que es una barbaridad, quién sabe, quizás el parto se adelante.

miércoles, 8 de mayo de 2019

APROPIACIÓN INDEBIDA



Apoderarse de los bienes ajenos es delito. La apropiación indebida es robo con estafa. Suena a atenuante, pero hay apropiaciones que pueden ser criminales, sobre todo cuando se trata de bienes comunes. Apropiárselos es expropiarlos a la mayoría. Porque hay propiedad común.

El término nación expresa bien qué es un bien común: aquello que es propiedad de todos los ciudadanos por igual. Nación es todo lo que pertenece a todos, empezando por el medio físico, eso que delimitan las fronteras (terrestres, marítimas, aéreas). Entran aquí los bienes naturales (el suelo, el aire, el agua, el sol, la flora, la fauna, etc.); los bienes materiales, sociales y culturales construidos a los largo de los siglos (industria, comunicaciones, carreteras, monumentos...); pero también el Estado, que es el conjunto de instituciones y normas que rigen las relaciones sociales y productivas y hacen posible la convivencia.

Propiedad común no se opone a propiedad privada, pero limita el uso particular de los bienes comunes, prevaleciendo su defensa sobre cualquier otro interés. Entender la nación como bien y propiedad común es el mejor modo de desenmascarar la aberración semántica de la plurinacionalidad. Si hay varias naciones, cada una ha de tener su territorio con su Estado y fronteras, del que son dueños y soberanos exclusivamente sus ciudadanos. Un mismo territorio no puede pertenecer a dos naciones (hasta los enclaves, como el de Treviño, se rigen por esta norma).

Traducido: si Cataluña es una nación, deja de ser de todos los españoles para pasar a ser propiedad exclusiva de quienes sean reconocidos como catalanes. Para ello hay que expropiar a los españoles de esa propiedad común que es hoy Cataluña (con todos sus bienes), y a su vez expropiarles a los catalanes esa propiedad común que hoy es España (con todas sus consecuencias). Hacerlo al estilo de la toma del peñasco del Perejil o mediante una apropiación indebida (como proponen Junqueras, Iceta e Iglesias) es lo mismo.

Pero quien dice Cataluña puede decir cualquier otro bien común. Por ejemplo, Cervantes y el Quijote. Los bienes culturales son también un bien común, aunque, por su naturaleza, puedan ser gozados por todo el mundo. Nada más miserable que intentar apropiarse indebidamente de un bien tan común como Cervantes y el Quijote. Pues los separatistas no tienen reparo en hacerlo. Han montado una institución destinada a catalanizar todo lo que suene a valor o prestigio español, incluido Cervantes y el Quijote, cuyo origen catalán propagan con vídeos, conferencias y libros. No es delito menor,¡porque además se hace con dinero público!

Pero lo más nocivo es el contagio. En cualquier rincón de España vemos surgir a fragmentadores y expropiadores de lo común, ya sea la educación, la historia, la sanidad, la justicia, los puertos y aeropuertos, las fuerzas de seguridad y hasta los rótulos de las carreteras. Un ejemplo ridículo es el conflicto que ha llegado al Tribunal de Justicia Europeo a propósito del uso comercial de la figura de don Quijote.

Las Denominaciones de Origen se inventaron para proteger los productos originales de las imitaciones espurias. Tal es el caso del "Queso Manchego". Los productores de esta DO unen a la marca una efigie de don Quijote, con su molino y rebaño de ovejas, y consideran que ningún otro queso puede llevar estos iconos. El TEJ sentencia que éstos son "signos evocativos" de la Mancha y que es ilegítimo usarlos para vender otro queso.

Traigo a cuento esta "noticia de quesos" como muestra del afán de apropiarse de lo común para beneficio particular. Nada hay más común y español que Cervantes y el Quijote. La primera apropiación indebida ha sido hacer a Cervantes y a don Quijote "manchegos".Viene de lejos, cuando un cura encontró una partida de bautismo en Alcalá a la que añadió el nombre de "Miguel". Luego, una lectura reduccionista convirtió a la Mancha en el espacio geográfico dominante de las aventuras de don Quijote. 


He demostrado en mi libro Huellas judías y leonesas en el Quijote que ese tópico paisaje desolado desaparece a partir del capítulo X de la I Parte. Convertir el Quijote en guía turística es licencia aceptable, siempre que no se desvirtúe su sentido y alcance, que es universal por ser español, no manchego. Como español, no acepto la expropiación forzosa, ni de Cervantes ni de cualquier otro bien común. Vamos, que me rebelo contra tanto timador, saqueador y maleante, y contra todos los predicadores de la resignación y la claudicaciónque los amparan. ¡Que se vayan al infierno!


viernes, 3 de mayo de 2019

UNA DEMOCRACIA DÈBIL



Los resultados electorales ahí están. Permitirán a Pedro Sánchez formar gobierno y proseguir con su descarado oportunismo, ejemplo de lo más abyecto de la política. De nada sirven los lamentos. Pero otra cosa es el análisis de la realidad, la interpretación de los hechos. Ahí es donde debe imponerse la racionalidad. Pasar de la superficialidad y emocionalidad de las primeras reacciones a la comprensión de los fenómenos ocultos. Centrar la atención sobre los problemas decisivos, el movimiento de placas tectónicas, las grietas, las anomalías que amenazan al propio sistema democrático.

Empecemos por los números. En términos de derecha e izquierda, apenas existe una diferencia significativa de votos a favor de la derecha, lo que, sin embargo, se traduce en un decisivo menor número de escaños, hasta el punto de anular en la práctica su capacidad de oposición. Entre los más de 155.000 votos que ha necesitado Cayetana Álvarez de Toledo para lograr su escaño en Barcelona y la media de 60.000 que le ha costado al PSOE un escaño (y poco más a Esquerra Republicana), hay demasiados votos. Que el voto esté territorialmente tan condicionado, invalida el principio democrático básico de la igualdad política de los ciudadanos.

La segunda grieta, además de esta distorsión del voto territorial, es la presencia en el Congreso y el Senado de partidos contrarios al propio orden constitucional que les permite existir. Es una anomalía democrática que hayan llegado al Parlamento nacional 32 diputados cuya labor principal será la de socavar el actual orden constitucional. Si a estos asaltantes unimos los 42 de Podemos y la mitad del PSOE, se comprenderá cómo el propio edificio democrático está profundamente resquebrajado. Así que pasemos de la aritmética parlamentaria a la geometría o arquitectura constitucional, porque lo que falla no es circunstancial, sino que afecta a la estructura misma de nuestra convivencia.

Es urgente una reforma de la Ley electoral, por un lado, que establezca la circunscripción única con una leve corrección de proporcionalidad territorial, y, por otro, la ilegalización (reforma, limitación o supresión) de los partidos abiertamente anticonstitucionales como hoy lo son, de hecho y de propósito, ERC, JxCAT, la CUP, Bildu, PNV o el BNG. Es preciso acabar con el suicidio democrático que supone el permitir que el dinero de todos vaya directamente a financiar la segregación y el desmoronamiento de la Nación y el Estado que la sostiene.

Hablamos de una democracia débil, que permite la erosión de sus cimientos, que es incapaz de defender y proteger su propia existencia, imponer límites claros a la labor autodestructiva de quienes aprovechan las actuales grietas democráticas para desvirtuar el sentido mismo de la democracia. Un cuerpo débil no resiste a la enfermedad. Por más que la mitad de españoles no quiera reconocerlo (quizás por miedo, comodidad o ignorancia), el cáncer separatista ya ha iniciado su metástasis. El resultado electoral no es más que otro síntoma de nuestra debilidad estructural.

Una democracia fuerte y resistente partiría del hecho de que en nuestra sociedad existe un equilibrio entre derecha a izquierda, algo que, lejos de ser un problema, debiera ser considerado como algo valioso y positivo. Esto supondría entender la política como el ejercicio de la racionalidad, medida de acuerdo con el principio objetivo del bien y el interés común.

Derecha e izquierda no son, en realidad, más que opciones políticas que defienden ideas distintas sobre el mejor modo de definir y defender el bien común. La perversión de la política empieza cuando no se distinguen ideas e ideología. La ideología convierte a las ideas en dogmas y a sus defensores en creyentes fanáticos y sectarios. Derecha e izquierda se conciben como antagónicas e irreconciliables, no como complementarias.

Pero hoy la izquierda es rabiosamente sectaria, fanática y revanchista. Pretende gobernar demagógicamente a favor de media España, pero en contra de la otra. En su arrogancia, lejos de corregir nuestra debilidad democrática, va a realizar la tarea sucia y preparar el camino a los independentistas. Quizás sea un paso necesario para que la mayoría de españoles se preocupe de verdad por la enfermedad democrática que hoy nos impide avanzar, absorbidas la mayor parte de nuestras energías en luchar contra las imposiciones nacionalistas.

Necesitamos otra izquierda, pero también que la derecha descubra su propia enfermedad, porque ella misma ha estado (y está todavía) contaminada por el mismo virus disgregador, contemporizador y claudicante, del que pretende liberarse ahora bruscamente recreando viejos dogmas, en lugar de afianzar nuestra democracia en la más exigente racionalidad autodefensiva.