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viernes, 25 de noviembre de 2011

MENTIRAS SOBRE LA DEUDA, EL DÉFICIT Y EL DESPILFARRO


Según datos de la BBC:

La deuda de España asciende a 1,9 trillones de euros, lo que equivale a 41.336 euros por habitante. Supone el 67% del PIB. A quien más le debemos es a los bancos de Alemania, Francia, Reino Unido y EEUU, por este orden.

La deuda de Alemania es de 4,2 trillones de euros, lo que equivale a 50.659 euros por habitante. Supone el 83% de su PIB. Sus principales acreedores son Francia, EEUU, Reino Unido y Japón.

La deuda de Francia asciende a 4,2 trillones de euros, lo que equivale a 66.508 euros por habitante. Supone el 87% de su PIB.

De la deuda española, el 23,8% corresponde a deuda del Estado (central, comunidades autónomas, diputaciones y ayuntamientos); el resto es deuda privada. La principal deuda privada es la de las empresas y los bancos (más del doble que la del Estado).

El problema de la deuda, por tanto, no es más grave que el que pueda tener Francia, Alemania o el Reino Unido. Tampoco reside en el déficit público, sino principalmente en el endeudamiento de los bancos y las empresas. Es aquí donde nos diferenciamos de Europa (casi 50 puntos por encima de la media europea).

¿Qué podemos deducir de estos datos?

-Que aquí el mayor problema son los bancos y las empresas.

-Que son los bancos y las empresas los que se han endeudado sin control, creando un agujero financiero descomunal.

-Que si hablamos de déficit, despilfarro y mala gestión (eufemismos), los principales despilfarradores, malos gestores y pésimos empresarios son los responsables de los bancos y las grandes empresas de nuestro país, que tienen nombre y apellidos.

-Que no pueden ser ellos, por tanto, los que nos salven de una crisis de la que son responsables directos, y que lo único que buscan es camuflar su responsabilidad, diluirla, echarle la culpa de todo al Estado y de paso recuperar sus beneficios sin pagar coste alguno.

-Que la crisis no la hemos provocado ni los funcionarios del Estado, ni las cuentas de la Seguridad Social, ni las Pensiones, ni la Sanidad Pública, ni la Educación Pública, ni las Infraestructuras del Estado, ni la Administración, aunque en todo esto haya abusos que deban cortarse de raíz.

-Que el mayor problema del funcionamiento de la Administración ha sido y es la corrupción, no la mala gestión ni el despilfarro. Que los principales causantes de la corrupción son precisamente los empresarios y banqueros corruptos.

-Que gran parte de la deuda pública se solucionaría con que los corruptos devolvieran el dinero robado y que las grandes empresas, fortunas y bancos pagaran sus impuestos y no defraudaran al Estado, pues el mayor agujero fiscal proviene del fraude, no de pequeños empresarios o trabajadores, sino de esas grandes empresas y bancos.

-Que no se puede entender cómo en este país no haya ningún gran banquero o empresario arruinado, en la cárcel o acusado, sino recibiendo "indemnizaciones" (!¡) multimillonarias. Que aquí no haya quebrado un solo banco, frente a los 239 bancos que han quebrado en EEUU desde 2008. Ni siquiera aquí funciona la lógica capitalista de la competencia y eso de que, quien la hace mal, la paga.

Y para acabar, otra reflexión:

El PP ha ganado las elecciones por mayoría absoluta, pero esto no es más que otro eufemismo. El dato importante es que ha obtenido un 30% de apoyo de la población, pero que no lo ha recibido del 70% restante que, o se lo ha dado a otros partidos o se ha abstenido. La abstención es en su mayoría desconfianza, asco, rechazo desesperado; sólo en un pequeño porcentaje significa desidia o desinterés.

Una democracia que ignore la verdad elemental que se deduce de todo lo que he expuesto, a saber, que la gran mayoría está sometida a las mentiras, abusos, robo y humillación de una minoría, esa democracia, tarde o temprano, dejará de funcionar, y entonces volveremos a reinventar la guerra, adopte ésta la forma que adopte, y sean quienes sean los enemigos.

lunes, 14 de noviembre de 2011

RELEER A FERNANDO PESSOA

Llega el invierno, con sus brumas y lluvias y cielos grises. Es buen momento para releer a Fernando Pessoa. Mucho mejor en su lengua. Medito alguno de sus versos, que son pensamiento concentrado, paradoja sutil, suave deslumbramiento.

Grande sossego de já n­âo haver seguer de que ter sossego!

Liberarse de todos los “tener que”. Ser sin tener que ser. Actuar y dejar que el presente sea como es. No preocuparse ni de estar preocupado.

Há sem dúvida quem ame o infinito,

Há sem dúvida quem deseje o impossível,

Há sem dúvida quem nâo queira nada.

Três tipos de idealistas, e eu nenhum deles:

Porque eu amo infinitamente o infinito,

Porque eu desejo impossivelmente o possível,

Porque quero tudo, ou um pouco mais, se puder ser,

Ou até se nâo puder ser.

Amar todo infinitamente, desearlo y quererlo todo, incluso lo imposíble. No poner límite a los impulsos de la vida. El idealismo está en el centro mismo de la vida.

Tenho eu a inconsciência profunda de todas as coisas naturais,

Pois, por mais consciência que tenha, tudo é inconsciência

Existir é ser inconsciente

Vi sempre o mundo independentemente de mim

Desde el momento en que me pregunto por qué existe algo (la luz, la piedra, el árbol...) yo me separo del mundo, hago una pregunta que no tiene ningún sentido para el mundo, porque existir no tiene nada que ver con por qué o para qué existir. Son preguntas ajenas a la existencia del mundo. Son preguntas que sólo me hago yo. Y me las hago porque tengo conciencia. Porque veo y sé que veo, palpo y sé que palpo, oigo y sé que oigo. Porque percibo que las cosas son y dejan de ser.

Pero las cosas, el mundo, existen sin más, sin conciencia. Lo único verdaderamente extraño del mundo que percibo y conozco soy yo. O mejor, mi conciencia, eso que hace que me dé cuenta de la existencia del mundo. También, que me dé cuenta de mi propia existencia y de la existencia de mi propia conciencia.

Entre la conciencia y el mundo hay un abismo insondable. De aquí nace mi angustia. La angustia de ser consciente y que el mundo, sin embargo, me sea ajeno, impenetrable. ¿Y si el mundo también sufriera la angutia de no ser consciente, de no darse cuenta de su propia existencia? ¿Y si lo que moviera al universo fuera el intento de llegar a ser consciente de sí mismo?

viernes, 4 de noviembre de 2011

UNA HISTORIA DE 1990

Revisando uno de mis antiguos cuadernos encontré esta breve historia que lleva la fecha de 17 de noviembre de 1990:

Me cuenta que siendo niña, un día se puso a buscar a su madre por toda la casa y no la encontró. Preguntó por ella y le dijeron que no vendría. No lo creyó, y se puso a esperarla a la puerta de la casa. Se quedó allí mucho tiempo, sentada en el suelo. Nadie podía hacer que entrara en la casa. Llegó la noche y continuó allí, esperándola, hasta que se durmió. Volvió a preguntar por su madre al día siguiente y le contestaron lo mismo. Ella tampoco les creyó y volvió a sentarse a la puerta de la casa a esperarla. Y se durmió de nuevo y pasó allí toda la noche. Al día siguiente volvió a hacer lo mismo, y al siguiente, y al siguiente, así hasta que se convenció de que no volvería. Al cabo de un mes, su madre volvió del manicomio. No reconocía a sus hijos, a ninguno de sus cinco hijos. Entretanto, su padre tampoco aparecía casi nunca por casa. “Andaba borracho con alguna de sus queridas vete tú a saber por dónde”, me explicó.

Recuerdo ahora a esa niña, la imagino en la puerta sentada, acurrucada como un pajarillo, obstinada y enfurecida, conteniendo las lágrimas, aprendiendo a sufrir la ausencia, la pérdida real y simbólica de la madre, preguntándose por el orden y el sentido del mundo, incapaz de encontrar una respuesta. ¿Quién, de niño, no recuerda haber esperado inútilmente algo? La veo a ella, aunque no la conocí de niña, pues cuando me contó esta historia ya no era joven, aunque conservaba las facciones de niña. Tenía dos hijos y era profesora de la Universidad, como lo había sido su padre. En contra de lo que podríamos suponer, provenía de una familia acomodada. La miseria humana y moral no es patrimonio de los pobres, por más que nos guste imaginarla siempre, lejos de nosotros, en ambientes degradados. Pues no, a veces está a la puerta de nuestra casa, incluso dentro.