MIS LIBROS (Para adquirir cualquiera de mis libros escribir a huellasjudias@gmail.com)

MIS LIBROS (Para adquirir cualquiera de mis libros escribir a huellasjudias@gmail.com)
MIS LIBROS. (Para adquirir cualquiera de mis libros escribir a huellasjudias@gmail.com)

domingo, 26 de mayo de 2013

SABIDURÍA DEL LENGUAJE

(Foto: S. Trancón)

El español hace distinciones que encierran una gran sabiduría. He aquí algunas que nos ayudan a pensar. Pensar es separar, distinguir, pesar y sopesar. Allí donde parece que todo es igual, de pronto encontramos distinciones fundamentales.

Oír no es lo mismo que escuchar. Escuchar no es sólo percibir ruidos o sonidos, sino prestar atención a lo que se oye. Para escuchar hay que estar dispuesto a la sorpresa. Lo que se escucha nunca es lo mismo.
No basta oír a los demás: hay que escucharles. Poner toda la atención y el interés, descubrir que cada palabra y cada frase es siempre distinta, encierra un mensaje concreto y diferente. 

Mirar no es lo mismo que ver. Se puede mirar y no ver. Ver es descubrir, y para descubrir hay que mirar con atención y estar predispuesto a la sorpresa. Lo que se ve  nunca es lo mismo.
No sólo mires, intenta ver. Ver lo que a primera vista no se ve. Dejar de ver lo que siempre se ve.

Hablar no es lo mismo que decir. Se puede hablar mucho y no decir nada. Para decir algo no sólo hay que hablar, sino intentar transmitir, comunicar y entregar algo. Decir es hablar prestando atención a lo que se dice. Decir es huir de la repetición, buscar la sorpresa.
Cuando hables, trata de decir algo, de descubrir algo, de comprometerte con lo que dices. Antes de repetirte, párate y calla. Las mismas frases, dichas a las mismas personas, son "mortales", apagan la vida, levantan muros de incomprensión, odio o aburrimiento. 

Ser no es lo mismo que estar. Somos, pero también estamos. Para ser, hay que aprender a estar donde se está.
Saber no es lo mismo que conocer. Hay quien sabe muchas cosas, pero no conoce nada. Conocer es descubrir con pasión, interés y profundidad. El conocimiento va más allá de las palabras: es contacto, certidumbre, sorpresa.

Querer no es lo mismo que amar. Se puede querer mucho y amar poco. Amar es querer sin cálculo, sin esperar nada a cambio, con desprendimiento.
Hacer no es lo mismo que crear. Se pueden hacer muchas cosas y no crear nada. 
Dar no es lo mismo que entregar. Se puede dar mucho y no entregar nada. Para entregar algo hay que entregar algo de uno mismo.
Vivir no es lo mismo que existir. Vivir es tener una existencia consciente. Sólo se vive cuando uno se da cuenta de que está vivo y es consciente de lo que está viviendo. 
Etcétera.


martes, 14 de mayo de 2013

LAS PALABRAS DE LA INFANCIA

(Fotos: Marimar Trancón)
Las palabras son el mejor recuerdo que podemos guardar de nuestra infancia. Algunos conservan celosamente fotos, objetos, prendas, juguetes... Yo prefiero conservar palabras. Ciertas palabras, como la magdalena de Proust, guardan el aroma, la luz, el sonido, los gestos, el sabor de la infancia, mejor que cualquier objeto.

Muchas de las palabras de mi infancia no sólo han dejado de usarse, sino que ha desaparecido el mundo en el que existían, el contexto físico, humano, social y material en el que vivían y respiraban. Porque las palabras tienen vida, sostienen la vida, y recordarlas es revivirlas y revivirnos.

Voy a hacer una lista de las que ahora me vienen a las manos, a los dedos que pulsan estas teclas. Cada uno puede confeccionar su vocabulario, su diccionario secreto, porque cada palabra de la infancia guarda secretos que sólo cada uno conoce. Explicar el significado de cada una de ellas sería largo e innecesario. La fuerza de la sonoridad, en muchos casos, suple la ignorancia del significado. Las coloco de tres en tres, tal y como me llegan.

Garduña, raposa, coruja
Trébede, garfio, garabito
Agavanza, zarramúngano, majolito
Trabilla, pestillo, alcayata
Tralla, cincha, maroma
Tentemozo, tarugo, cigüeñal
Albañal, muladar, zahúrda
Ralea, récua, renacuajo
Mastín, gocho, avutarda
Jarana, galvana, badana
Respigar, escardar, endiñar
Chavea, chaveta, chamizo
Rilar, sobar, enviscar
Birria, zarabeto, mostrenco
Cernícalo, relinchón, abubilla
Meruca, jato, verderón
Saltipajo, sebe, cancilla
Reguero, peonza, trompo
Casulla, alba, cíngulo
Ventolera, parva, era
Torba, mendrugo, rescoldo
Energúmeno, patochada, incuria
Cínife, pínfano, moscardón
Guipar, junar, diñar
Aruñar, sabañón, azarar
Asadura, arrebol, celajes
Palmatoria, túmulo, estola
Pelis, platis, acederas
Hisopo, cirio, candelabro
Candil, carburo, horqueta
Vergajo, jergón, barbuquejo
Horca, coscorrón, respigón
Varear, cimbrear, engalbar
Sacaúntos, zoleta, ceranda
Barcillar, sarmiento, gajo
Restrallete, carbonilla, gavilla
Pizarrín, urmiento, fardel
Canica, canto, taba
Yunque, yugo, yunta
Cadeneta, quilma, fielato
Pegas, albérchigos, paleras
Cacha, zamarra, galocha
Madreña, gramola, rebanada
Faca, miaja, miga
Gorgorito, ciénaga, lodazal
Tunda, morrillo, bártulos
Guijos, trillos, barrunto
Balde, tajo, manubrio
Cuelmo, cuévano, garrafón
Carámbano, torrezno, tapín
Guarar, garbeo, palangana
Majuelo, tinaja, aparador
Zote, zopenco, zarrapastroso
Correcalles, saltimbanqui, chisgarabís
Artesa, arroba, quintal
Cencerro, cascabel, badajo
Espurriar, fanega, aventar
Jícara, lascivia, lujuria
Concupiscencia, fornicación, indecencia
Cardar, hijada, ahuecar
Chingar, jorobar, amolar
Cucurucho, pazguato, pasmarón
Lamparón, modorro, forúnculo
Patán, papón, quincallero
Paralelepípedo, tetraedro, pistilo
Dodecaedro, exaedro, hipotenusa
Jabato, acémila, mejunge
Aldabón, alcurnia, alubia
Ablución, extremaunción, estertor
Mortaja, toquilla, alforja
Ceporro, carcamal, botarate

Podría seguir, pero basta para animar a quienes quieran recuperar estos inasibles recuerdos. Como  puede verse, hay algunos leonesismos y palabras del mundo rural que nunca más volverán a usarse. Se irán con nosotros.