MIS LIBROS (Para adquirir cualquiera de mis libros escribir a huellasjudias@gmail.com)

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lunes, 21 de diciembre de 2009

ALBORADA DE LA NIEVE


El cielo es azul... ¡y blanco!
Se derrama con suave lentitud.
Poco a poco -copo a copo, capa a capa-
cubre el asfalto, el tejado, el árbol, la roca.
La hierba y el verde musgo:
suavidad sobre suavidad.







Lo duro se vuelve blando,
lo punzante y áspero,
murmullo de plumas y algodón.
El cielo se derrama, vacía su ser
para que yo lo vea, para que mis ojos
contemplen otra luz, el resplandor
de la luz que se hace nieve.

Cuántas horas pasé, de niño,
absorto tras los cristales contemplando
ese silencioso y pálido crepitar
de pétalos de amapola blanca,
cómo caían blandamente
sobre las alas del gorrión,
un aterido petirrojo refugiado
en el alero de mi ventana.

Es la hora del sosiego, del remanso,
el alborozo de la alborada,
el advenimiento de la nieve
con su júbilo callado.

Cómo no gozar con este deleite, el sueño
de un reposo que tanto se parece a la muerte.
Por un momento todo se cubre
con una lívida quietud y nos recuerda
el anhelo, la nostalgia del ser que busca
la continuidad, el manto en que todo se diluye
y desmorona,
como un copo en la mano de un niño.

¡FELIZ SOLSTICIO DE INVIERNO!


martes, 15 de diciembre de 2009

¿ESTÁN MATANDO A CATALUÑA?



Ha dicho Joan Laporta en El País:
“Cataluña se está muriendo, la están matando y tenemos que reaccionar”.
“Rechazamos el trato que el Estado da a Cataluña. Es una humillación inaceptable para los catalanes”.
“Ningún catalán puede aceptar el expolio fiscal que sufrimos ni los ataques a los derechos y libertades de Cataluña desde el secuestro del Estatuto”.
“No me cabe en la cabeza que alguien vote en contra ( de la independencia de Cataluña). Es incontestable que nos conviene un Estado para mejorar la calidad del país”.
“Nos están estrangulando económicamente. Es una vergüenza lo que hemos tardado en tener el AVE”.
“Hay tantos agravios, intolerancia y agresividad y humillaciones, que ha llegado el momento de expresarnos”.

Hacía mucho tiempo que no oía mayor cúmulo de tonterías, engaños y provocaciones. Vale la pena analizar este discurso, enormemente tóxico, insultante y agresivo. Como pieza retórica del nacionalcatalanismo es muy ilustrativa. Veamos algunos de sus recursos “literarios”:

1) Apelación a abstracciones cargadas de emocionalidad bélica: Cataluña, Estado, libertades, derechos, país, independencia...
2) Uso de sustantivos y verbos que despiertan reacciones automáticas de rechazo y autodefensa: matar, humillación, agravios, expolio, ataques, estrangular, sufrir, defender...
3) Polarización categórica excluyente: Cataluña/Estado español.
4) Generalización y personificación del discurso: ningún catalán, los catalanes, nos están estrangulando...

Todo esta retórica no es inocente, sino corrosiva, porque está basada en afirmaciones falsas, gratuitas, que, sin embargo, tendemos a dar por válidas e indiscutibles, aunque sean totalmente inconsistentes. Basta con que pidamos a su autor que concrete y demuestre la verdad de lo que dice, para descubrir que lo único que hay detrás de sus palabras es un sentimiento mezquino de odio, desprecio, engreimiento y amenaza.

¿Quién está matando hoy a Cataluña? ¿Qué Cataluña es esa que se está muriendo? ¿Cuáles son esos agravios, humillaciones, expolios y estrangulamientos? ¡Ah, me olvidaba, lo del AVE!...
Si Cataluña son los catalanes, ¿a qué catalanes hoy se está matando y quiénes son sus asesinos? No se me diga que este lenguaje violento es puramente metafórico, porque no lo es, sino de una agresividad manifiesta y provocativa.

Como el Estado no es más que una abstracción, debo entender que cuando estos nacionalistas hablan así, están refiriéndose necesariamente a todos lo españoles no catalanes, y también a todos los catalanes españoles. Así que todos nosotros somos los que estamos matando, expoliando, estrangulando, humillando, atacando... ¿a quiénes?
Lapota dice: Cataluña soy yo, los catalanes son yo, y yo soy el patriota más valiente... ¿Por qué? Porque me atrevo a decir estas cosas...

Pero vayamos al fondo del asunto: todo este discurso faltón, provocativo, falso, digámoslo sin rodeos, es profunda, viscosamente antidemocrático. No podemos transigir que este personaje diga que no aceptar sus tesis “es una muestra de la falta de cultura democrática del Estado”.
El colmo de la confusión es hacer pasar por democrático lo que no es más que el abuso de una minoría que pretende imponer con todos los medios su fantástica idea de una Cataluña libre e independiente, como si ahora sus ciudadanos no fueran totalmente libres e independientes, igual de libres e independientes que el resto de los españoles y europeos.
¿De qué derechos y libertades están hoy privados los catalanistas, que no los catalanes? ¿Del derecho a decidir? ¿A decidir quiénes y a decidir qué? El único sujeto de esa decisión es el que las leyes democráticas con las que hemos organizado nuestra convivencia, determinan.

¿En qué fundamento democrático se basa una minoría para presionar, amenazar, organizar consultas al margen de las leyes, propagar sentimientos de odio y rechazo, ir creando un ambiente de intolerancia y un sentido de pertenencia excluyente y enfrentado al resto de los españoles? ¿Es democrático manipular los sentimientos de pertenencia con coacciones, mentiras, una propaganda tan avasalladora como falsa, cargada de sentimientos irracionales?

Decir hoy que el Estado (los españoles) está matando a Cataluña (los catalanes), no es un simple ejercicio de libertad de expresión, sino una acusación repulsivamente antidemocrática, porque socava los fundamentos del orden democrático que nos hace a todos iguales.

No debemos dejar pasar este lenguaje, este discurso, este tipo de gestos sin sacar a la luz la basura ideológica e irracional que encierran, alimentan y propagan. En este caso, la del nacionalcatalanismo dominante.

domingo, 6 de diciembre de 2009

EL INSULTO

(Foto: Luis Llavori)
Hay muchas formas de agredir a otro verbalmente: mediante la infamia, la calumnia, el rumor, la mentira, la insinuación, la sospecha, la amenaza... Y, por supuesto, de forma directa mediante el insulto. No siempre el insulto es lo más hiriente y pernicioso, pero sí lo más evidente y rechazable.

He dicho en mi anterior entrada que España es el lugar donde más se ofende verbalmente, donde la violencia verbal adquiere dimensiones alarmantes. No conozco suficientemente otras lenguas y países como para dar validez científica a esta hipótesis posiblemente hiperbólica. Pero, “dejando aun aparte, cielos”, el peligro de exagerar para mejor convencer, he aquí un principio que creo válido: toda guerra comienza siendo una guerra de palabras, toda agresión física empieza con una agresión verbal.
También es cierto que la violencia verbal puede ayudar a contener la agresión física, pero es mucho más frecuente lo contrario: una agresión lleva a otra.

El insulto es una palabra de ésas que, más que decir o enunciar, hacen, actúan, realizan algo. El insulto tiene un efecto que los lingüistas (la pragmática) llaman “ilocutivo” y “perlocutivo”. Lo que el insulto busca es ofender, degradar, menospreciar, cambiar la imagen del otro, humillarlo, provocar un rechazo de los otros contra él. Hay que destacar estos aspectos pragmáticos del insulto, porque son su esencia, más que el contenido semántico (ilocutivo) del insulto, que puede variar hasta el infinito.

Sí tiene interés el “fondo” del que extraemos los insultos: todo lo que tiene que ver con lo sucio o excremental, la fisiología y el comportamiento sexual, la falta de inteligencia y valor, el bajo estatus social, el origen y los progenitores, los defectos físicos, las comparaciones animales.
La enorme variedad de insultos se podrían almacenar en tres grandes “contenedores” o “caladeros”: la degradación de la fisiología, la falta de inteligencia, la bajeza de los orígenes.

Entre los políticos abunda el insulto referido a la falta de inteligencia, la bajeza moral, las conductas socialmente rechazables, la mentira y los orígenes y filiaciones ideológicas y políticas.

La política en España ( es posible que también en otros países) parece haber llegado a la conclusión de que no hay mejor arma contra el contrincante que el insulto, velado y cada vez más explícito. La intención es clara: desprestigiar, degradar al otro como sea. Es una política personalista, siempre ad hominem. Por eso nos parece siempre cainita.

Las personas sustituyen a los hechos, el insulto a las ideas, el exabrupto a la persuasión y la argumentación. El insulto busca, al mismo tiempo, la adhesión incondicional, el trasladar y despertar los sentimientos de odio y rechazo, provocando una identificación con el agresor y una degradación del agredido.

Naturalmente, esta forma de “hacer política” no sería posible si la sociedad en su conjunto no estuviera enganchada a ese mismo modo de proceder, de actuar frente a los otros. Es más importante, como dijo Unamuno, vencer que convencer, “obligar a admitir”, que “adquirir razón”.

Un modo frecuente de proceder es dar por hecho que quien insulta es porque tiene una buena razón para hacerlo, quien se atreve a insultar es porque lo que dice es verdad. Al atrevimiento del insulto se le otorga un plus de valor y verdad.

Con todo lo dicho no quiero menospreciar los hechos frente a las palabras. No es mejor la flema inglesa que nuestra exhuberancia verbal. Se puede ser muy comedido en las palabras y un criminal en los hechos. No somos más crueles, digamos, que los ingleses o los suecos. Hablo de otra cosa.
Hablo de que nuestra violencia verbal es un camino perversamente equivocado para organizar y canalizar la discrepancia, los diversidad de intereses, modos de pensar, de sentir y de vivir, propios de una sociedad moderna. Hablo de que el insulto impide pensar, escuchar, abrirse a los otros y entender sus puntos de vista y sus problemas. Hablo...

Sí, también el insulto es un deshago, una forma de compensación simbólica frente al abuso, la injusticia, la humillación... Lo malo es cuando alguien se aprovecha de esta rabia natural para llevarnos a su corral, para hacer que coreemos sus insultos y aplaudamos sus bravuconadas.

viernes, 27 de noviembre de 2009

LA VIOLENCIA VERBAL

España es la décima potencia económica del mundo y la primera en violencia verbal.
Nada tiene que ver una cosa con la otra, pero aceptemos que, si lo primero parece bueno, lo segundo es llamativo y deplorable, con lo que se demuestra que desarrollo económico no es sinónimo de progreso humano.

A cualquier observador extranjero llama la atención el grado de violencia verbal presente en la vida pública española, en tertulias, debates, programas de televisión, artículos de prensa, conversaciones de tasca y café.
El insulto, la calumnia, la palabra ofensiva, agresiva, despectiva, la amenaza, el juicio categórico, el tono elevado, el exabrupto, la palabra obscena, la maledicencia y el maldecir forman parte de la conversación y el discurso cotidiano, algo que ya nos parece natural, de tan frecuente y extendido.

Pero es muy chocante que se mantenga por un lado un discurso oficial y social muy beligerante contra la violencia en todas sus formas (el acoso, el maltrato, la discriminación, el racismo, el machismo, el lenguaje sexista...) mientras se practica a la vez esta violencia verbal de forma tan impulsiva, compulsiva y omnímoda.

Sin duda, la estructura fonética del español favorece esa impulsividad o explosión verbal, esa falta de control de los impulsos agresivos. Pero yo creo que ha sido, sobre todo, una larga historia de violencia, verbal y no verbal, lo que ha dejado huellas profundas en nuestra lengua, en el léxico, en la prosodia, en la frase hecha, en el uso agresivo de la palabra.

La agresión verbal es un sustituto de la agresión física. Por un lado sirve para canalizar la violencia y contenerla; pero, por otro, fomenta esa misma violencia.

De todos los ámbitos en que hoy se ejerce y ejecuta esa violencia verbal, el más pernicioso, el más destructivo, el de más inquietantes consecuencias es, sin duda, el de la política.
Pero hagamos un distinción, por justicia democrática, entra la conducta de los políticos de izquierda y los de derechas.
Por más que tendamos a equiparar a todos los políticos en conducta, actitudes y lenguaje, yo veo siempre una notable diferencia en el léxico, el tono y las expresiones de unos y otros. Cualquiera puede comprobarlo.
Sería muy fácil hacer dos columnas y colocar a un lado las palabras y expresiones de unos, y las de otros. En una ocasión lo hice respecto a Alfonso Guerra, al que se ha tildado siempre de maledicente. Pues no había comparación entre la ironía y agudeza de sus críticas y los ataques que salían de la boca de sus enemigos políticos.
Cualquier lingüista, psicólogo o simple analista se daría cuenta de esta diferencia. Haz la prueba: frente a cualquier problema o conflicto, pon a un lado las palabras de unos y de otros, y analízalas.

Me he sentido empujado a hablar de este tema al oír, estupefacto, decir a uno de los marineros recién salvados del barco Alakrana que “la actuación del gobierno ha sido asquerosa”. La oposición repite lo de “catastrófica”, “desastrosa”, “claudicante”, “indigna”, “humillante”, “vergonzosa”... ¿De dónde nace tanta violencia verbal injustificada?

Seguiré con el tema, pero antes de acabar quiero recordar alguno de los insultos que el rencoroso Quevedo lanzó contra el altivo Góngora. He aquí algunos:

“Yo te untaré mis obras con tocino,
porque no me las muerdas, Gongorilla”

“Perro de los ingenios de Castilla”

“En lo sucio que has cantado
y en lo largo de narices,
demás de que tú lo dices,
que no eres limpio has mostrado”

“Ruiseñor de los putos”

“Poeta de bujarrones
y sirena de los rabos,
pues son de ojos de culo
todas tus obras o rasgos”

“No los tomé porque temí cortarme
por lo sucio, muy más que por lo agudo;
ni los quise leer por no ensuciarme”

“Almorrana eres de Apolo”

“Doctor en mierda, graduado en pujos”

“Que vuestras letras, señor,
se han convertido en letrinas”

“Son tan sucias de mirar
las coplas que dais por ricas,
que las dan en las boticas
para hacer vomitar”

Su desprecio no se paró ni aún después de muerto Góngora. Esto escribió a modo de epitafio:

“Hombre en quien la limpieza fue tan poca
(no tocando a su cepa),
que nunca, que yo sepa
se le cayó la mierda de la boca”

Las referencias escatológicas merecen un comentario aparte. Lo haré en otro momento. Quedémonos, para entender mejor esta quevedesca actitud, tan contagiosa, al parecer, con estos últimos versos en los que aclara el origen de tanto insulto:

"¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?"

Mala cosa ser de origen judío en una sociedad obsesionada con la pureza de sangre.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

EL SER QUE SOMOS

(Foto: S. Trancón)
Eres como eres porque te dices a ti mismo que eres así, le explica don Juan a Carlos Castaneda.
La idea que nos hacemos de nosotros mismos, lo que nos decimos que somos, ese diálogo interno ininterrumpido, determina el ser que somos.
Ese repetitivo y obsesivo decirnos quién somos y cómo somos, acaba convenciéndonos de que somos lo que creemos ser, lo que nos han dicho que somos, lo que hemos aceptado que somos.
Pero somos algo más, y algo distinto.
Ese ser mental es, podríamos decir, la mitad de lo que somos.
Hay algo más.
Además de lo que veo, hay algo que no veo.
Además de mi cuerpo y mi yo, hay esa otra parte de mí de la que apenas puedo hablar, pero que no cabe ni en mi yo ni mi cuerpo físico.
¿Qué es?
No puedo describirlo, no puedo definirlo, no puedo meterlo en la isla del yo, del lenguaje, del pensamiento.
Sólo puedo sentirlo.
Puedo sentir vagamente que estoy conectado con el infinito, aunque no sepa qué significa eso.
Puedo sentir sutilmente que una parte de mí se da cuenta de que hay algo ahí, afuera, o rodeándome, que es real, absolutamente real, aunque no pueda saber ni decir qué es ni cómo es.


Tengo otro yo, otro ser, soy otro ser, además del ser al que llamo yo.
Tengo otro cuerpo, soy otro cuerpo, además de éste que palpo, de carne y hueso.

Al morir nos encontraremos con ese otro yo, ese otro ser, ese otro cuerpo, al que nunca hicimos caso, al que dimos de lado, en el que no creímos porque no lo veíamos.
Es muy posible, no lo puedo asegurar, claro. Ni yo ni nadie.
Pero, puestos a dudar, mejor contar con esa posibilidad, que no quedarme encerrado en este yo rutinario, en este ser que se limita a ser lo que cree ser.
Sí, ese otro ser que también soy, el que se da cuenta, el que siente, al que asusta - aunque le atrae- la eternidad y la infinitud del infinito, eso que está más allá, pero también muy cerca, en mí, aquí, ahí, ahora, envolviéndolo y traspasándolo todo.
Ese ser también soy yo, y puedo contar con él, puedo dejarme arrastrar por las cosas de ese otro lado, atisbar lo insondable y traer de ahí un verso, una imagen, una idea, un sentimiento, un anhelo de perfección y cambio.

¿Ser o no ser? No, ser y ser. No un dilema, una disyuntiva, sino una suma, un más, un yo y algo más, mucho más, y mucho más interesante.
Somos más de lo que somos.
Podemos ser mucho más de lo que nos decimos que somos.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

¿POR QUÉ MUEREN LAS ENCINAS?


(Foto: S. Trancón)


Hace un mes viajé a Cáceres para asistir al estreno en el Gran Teatro de La identidad de Polán, una obra de Miguel Murillo, dirigida por mi gran amigo Juan Margallo y representada por La quimera de Plástico, un grupo teatral que cumple ahora sus 25 años de existencia y que capitanea otro buen amigo, Tomás Martín. No voy a hablar de la obra, excelente en todos los sentidos, sino de que, al ir en coche, me quedé muy sorprendido al ver, en la ladera de un monte, una mancha grande de encinas de color marrón oscuro. Al principio pensé que había habido un incendio y habían quedado así, calcinadas. Me extrañó, porque el fuego habría devastado todas las hojas convirtiéndolas en cenizas, y no permanecerían secas, como se veían.

Pronto me enteré que las encinas estaban sufriendo una plaga (la Seca), producida por un hongo, la fitoftora. Este hongo, al parecer de origen australiano, se enquista en las raíces y corta toda la circulación de la savia, provocando la muerte súbita del árbol (en una semana puede quedar completamente seco, con las hojas acartonadas). No se saben bien las causas, pero no se ha encontrado remedio alguno para evitar la propagación acelerada (ya hay más de quinientos focos en Extremadura) de la plaga.

Pocas noticias me han abrumado tanto. Encinas, alcornoques, robles, jaras, brezos... Todos están amenazados.
Desde que lo supe, una congoja profunda se agita en mi estómago y mi pecho, como si estuviera creciendo dentro de mí ese hongo asesino.

Lo diré de modo rotundo: Yo no concibo la existencia de este país o nación a la que llamamos España, si desaparecen las encinas de sus montes, desde Zamora a Valencia, de Extremadura a Murcia, de Palencia a Cádiz. No hay árbol que defina mejor el paisaje de toda la meseta, de Norte a Sur, de Este a Oeste. A pesar de haber sido destruidos gran parte de los bosques originarios, todavía se conservan las dehesas de Extremadura, Castilla y Andalucía, donde las extensiones de encinas son algo tan bello y fantástico, que imaginarme que puedan llegar a desaparecer me coloca ante la disyuntiva de huir de este país para siempre o suicidarme.

¿Las causas? El cambio climático, que provoca una sequía prolongada, pero también la sobreexplotación ganadera y agrícola del suelo, el descuido y la falta de regeneración del arbolado. Por un lado, la catástrofe anunciada; por otro, el desdén y el afán de lucro (¿qué hace un tractor metiéndose en un monte o una dehesa?).

He pasado muchas horas de mi vida bajo su sombra. He recibido la energía poderosa de su tronco y de sus ramas. Me han hablado con palabras entrañables y misteriosas. He visto cómo alargaban sus brazos hacia mí. El verde brillante de sus hojas me ha llevado hasta lugares desconocidos, casi inconcebibles, y que no tienen fin.

La encina es uno de los árboles más bellos. Ha resistido millones de años sobre esta dura tierra. Una encina tiene una vida media de 300 años. Sus raíces se pueden extender hasta 10 metros de profundidad. Pueden llegar a medir 20 metros de altura. Pocas visiones más imborrables que observar una bandada de grullas o garzas, al atardecer, cubriendo por completo la cúpula oscura de una gran encina. Una mancha de nieve inmaculada en medio del bosque verde.

Desaparecería el cerdo ibérico, sí. Y el toro de lidia. Pero algo más, mucho más.

martes, 3 de noviembre de 2009

EL UNIVERSO CEREBRAL

(Foto: Isabel Trancón)

La neurociencia se parece a la astrofísica: cuanto más nos adentramos en el estudio del cerebro, más nos sorprende su extensión y complejidad.
Juguemos con la analogía cerebro-universo.

En contra de lo que antes se afirmaba, el universo parece que se expande ilimitadamente.
En contra de lo que antes se decía, el cerebro puede desarrollarse casi ilimitadamente.

Antes se aseguraba, sin fundamento serio, que las neuronas no podían regenerarse, que existía una muerte neuronal programada e inexorable, que el destino del cerebro era ir perdiendo cada día miles de neuronas. Hoy se sabe que las neuronas, como todas las células del cuerpo, se renuevan constantemente: aparecen nuevas neuronas y se desarrollan los axones y las dendritas de cualquier neurona en función de las necesidades del individuo, de la estimulación y el ejercicio, o sea, del pensar (imaginar, recordar, indagar...). A esto se llama neuroplasticidad.

En el universo sucede lo mismo: mueren y nacen constantemente nuevas estrellas, planetas y hasta galaxias; incluso, posiblemente, universos completos.

En número de neuronas se asemeja al número de estrellas de nuestra galaxia: 100.000 millones. Cada neurona puede llegar a establecer 10.000 conexiones. Cada milímetro cúbico de córtex cerebral contiene aproximadamente 1000 millones de sinapsis. Contar el número de neuronas y sus conexiones nos llevará unos 32 millones de años, según G.Edelman, premio Nobel de medicina.

Con relación al peso corporal, el cerebro, que pesa entre 1300 y 1600 gramos, sólo representa entre el 0,8% y 2%. Sin embargo, consume el 20% de la energía (oxígeno y glucosa) de todo el cuerpo. Puede consumir menos, pero no más, porque se rompería su equilibrio homeostático. Si concentramos todo ese consumo energético en una sola actividad, no tendremos energía para otra.
Cuanto más se repite una actividad, más se facilitan las conexiones sinápticas, más “marcada” queda esa ruta en nuestro cerebro, facilitando el paso de la corriente bioeléctrica (que va a 320 km. por hora). Las neuronas que no tienen conexiones, mueren. Lo que no se usa, acaba desechándose.

¿En qué invierte el cerebro tanto combustible? Según Raichle, "el 60-80% de la energía se dedica a mantener la conexión entre neuronas”. Sólo dedica una parte muy pequeña a responder a las demandas del medio exterior. Yo veo en esta condición biológica el peligro del ensimismamiento, la hipertrofia del yo. En el carácter recurrente y obsesivo de la actividad cerebral, una de las fuentes de su degeneración.

El cerebro humano puede almacenar información que "llenaría unos veinte millones de volúmenes, como en las mayores bibliotecas del mundo"( Carl Sagan).
El cerebro humano es la realidad más eficiente de consumo y transformación de la energía que existe en este universo

El cerebro, cuando mejor funciona es cuando su actividad produce ondas alfa, o sea, cuando “se enfría”. Un cerebro “recalentado” (estrés, obsesión, miedos, depresión...) es menos eficiente, menor es su actividad sináptica y, en consecuencia, se atrofia antes.

Tenemos en nuestras manos el destino de nuestro cerebro, su presente y su futuro, que es tanto como decir el presente y el futuro de nuestra vida. No podemos echarle la culpa al cerebro de nada: su capacidad es prodigiosa, independientemente de nuestra edad.

Nos sobra masa cerebral para vivir una vida permanentemente renovada. Al cerebro le mueve el entusiasmo, la búsqueda de nuevas ideas, palabras, proyectos, imágenes... Lo que más le estimula y renueva viene del exterior. Sólo lo que viene del exterior le obliga a reordenar su interior. La rutina, la monotonía, el desánimo, la resignación, es lo que provoca el colapso de nuestro universo cerebral.

viernes, 23 de octubre de 2009

¿QUIÉNES SON LOS PIRATAS?

(Foto: S. Trancón. Valdelugueros, León)
Vivimos ya en 1984, en Un mundo feliz, en Fahrenheit 451 (temperatura a la que arden los libros, tarea a la que se dedica perplejo Guy Montag, el protagonista de esta novela, y que recuerda tanto la quema de libros de la Inquisición, barbarie que ya parodió Cervantes); en Blade Runner, en Matrix..., porque George Orwell, Aldous Huxley, Ray Bradbury, Philip K. Dick y los hermanos Wachowski, más que vaticinar el futuro, han descrito la esclavización, la mentira, el absurdo y la crueldad del presente.

Pero lo más grave, no es ya lo que ocurre, sino el que no nos enteremos de nada de lo que de verdad ocurre en nuestro mundo. Se llenan la boca, y nos llenan los ojos y los oídos cada día (periódicos, televisiones, todos los medios) con la basura informativa más abominable y, en cambio, nada nos dicen ni informan sobre lo que de verdad está ocurriendo a nuestro alrededor.
Cuando uno descubre una ínfima parte de lo que se nos oculta se queda pasmado, no ya por lo que no sabe, sino por lo que no sabe que no sabe.

Me envía Paco Rodríguez un informe sobre Somalia que ha difundido el programa de radio La rosa de los vientos: es estremecedor. Lo resumo.

Somalia ha sido una colonia italiana y británica que se independizó en 1960 que vive hoy en la más absoluta pobreza. La esperanza de vida no pasa de los 45 años. La mortalidad infantil es de un 20%. No tiene sistema sanitario, ni educativo, ni productivo, ni nada. Subsistía gracias a la pesca de sus 4000 kilómetros de costa. Una pesca de pequeñas embarcaciones, pero a raíz del tsumani pasado que asoló sus costas, la situación ha empeorado. Llegaron a sus playas y acatilados, arrojados por el mar, miles de bidones llenos de residuos radiactivos que han empezado a provocar la muerte alrededor. La pesca costera ha casi desaparecido.

Para colmo, los barcos extranjeros han tomado por asalto la pesca de altura dentro de sus aguas territoriales. Como no tiene guardia costera, esta piratería internacional se realiza con total impunidad. Lo mismo le ocurre a los miles de barcos cargados de petróleo que utilizan y atraviesan sus aguas sin pagar un euro, claro. Las potencias europeas se han encargado de que el país continúe en la mayor desorganización y caos para favorecer así todo este tráfico, piratería y el uso de su suelo como basurero radiactivo.

Nos han convencido de que los piratas somalíes son terroristas. Ahora nos quieren hacer responsables a todos de la suerte que corren unos pobres pescadores secuestrados, víctimas a su vez de la voracidad depredadora de grandes compañías multinacionales.

Comprobar que a uno lo engañan cada día, sistemáticamente, y que cualquier información mínimamente crítica se oculta, es una experiencia desoladora. ¿Quién sabe, por ejemplo, que el régimen filofascista de Berlusconi ha expulsado en un año a más 130.000 gitanos? Italia es hoy un estado mafioso, no un estado democrático. La democracia deja de serlo cuando no tiene mecanismos para impedir que los antidemócratas se apoderen del Estado. ¡Qué poco hemos aprendido después de Hitler!

Pero no nos rasguemos las vestiduras ni arranquemos los cabellos por lo que ocurre afuera. Aquí, ahí, en la comunidad de Valencia, en la Comunidad de Madrid, en el gobierno de Castilla y León, en el de Murcia, en cientos de ayuntamientos... y hasta en los equipos de fútbol, ¿qué pasa? No es mal de muchos, sino de unos pocos, pero los de siempre, los más poderosos y descarados, pero como se amparan en la democracia, en los votos que reciben, el mal se extiende y otros acaban imitándolos. Pero, no, no somos todos iguales.
Nuestra pseudodemocracia... Pues eso.

P.D. No se trata de defender ni justificar la piratería somalí porque seguramente acabará convirtiéndose, si no se ha convertido ya, en otro negocio, otra mafia que se aprovechará de la miseria de los somalíes. Los negocios mafiosos siempre son redondos, acaban dando la vuelta para acabar en las mismas manos.

jueves, 15 de octubre de 2009

EL MANZANO PRODIGIOSO

(Foto: S. Trancón)


Me lo contó mi amigo Evelio Rivera. Es una historia maravillosa que le ocurrió a él, siendo niño. Cuando García Márquez nos describió el realismo mágico de Macondo, algunos quedaron muy sorprendidos y no entendieron sus afirmaciones de que las historias de Cien años de soledad no eran invenciones fantásticas, que estaban tomadas de la realidad.

La verdad es que la realidad está tan traspasada por lo insólito, lo mágico, lo inesperado, que muchas veces supera a la fantasía. Pero esto no sucede sólo en Hispanoamérica, donde la imponente geografía y una tradición mágica y milenaria han configurado un modo de ver el mundo en el que lo oculto se hace presente. También ocurría eso en nuestro país, antes de que la invasión urbana y moderna destruyera la tradición rural y su forma poética y dramática del ver el mundo. Cuento la historia, que es absolutamente verdadera.

Tenía yo unos cinco años. Me gustaba mucho ir con mi abuelo al campo, a poner trampas a los conejos, a podar los olivos, a regar los huertos. Como mi pueblo, Retamosa de la Jara, en Toledo, es bastante seco, había en él pocos frutales. Crecían mejor las higueras y los almendros que los manzanos. Pero un año más lluvioso, un manzano floreció y mi abuelo lo regó con esmero, porque sabía que a mí me gustaban mucho las manzanas. Logró que se cargara de manzanas. Cuando ya estuvieron maduras, mi abuelo me dijo: Mañana recogeremos las manzanas. Me hizo una ilusión enorme, no dormí aquella noche pensando en ir al día siguiente con mi abuelo a recogerlas. Pero cuando nos acercamos, mi abuelo comprobó desolado que todas las manzanas habían desaparecido del árbol. Nos las habían robado por la noche. Mi decepción fue total, mi abuelo se quedó abrumado.
Un día después, si embargo, mi abuelo me dijo: Vamos a ver el manzano, porque lo he estado regando y cuidando durante todo el día y a veces ocurre que vuelven a crecer las manzanas. Nos fuimos acercando y sí, perecía que se veía alguna manzana. Ya debajo del árbol pude comprobar que en efecto, habían brotado mágicamente de sus ramas un montón de manzanas, rojas, maduras, como las que tenía antes. Vamos a recogerlas antes de que nos las roben otra vez, me dijo mi abuelo. Volví con una cesta llena de manzanas, infinitamente feliz y lleno de admiración por mi abuelo, que había hecho posible el rebrote del manzano.
Muchos años después me enteré de cómo se había producido el milagro. Mi abuelo aquella misma tarde se dirigió andando a Talavera de la Reina, que está a bastantes quilómetros de mi pueblo, había comprado unos quilos de manzanas, y había vuelto andando, de noche. Luego, con paciencia y mucho arte, había ido cosiendo a las ramas las manzanas, una a una, con su rabito o peciolo, y disimulando el cosido con un hoja.
Un acto, un gesto así, es algo que uno no podrá llegar a agradecer suficientemente durante el resto de su vida.

miércoles, 7 de octubre de 2009

LA INQUISICIÓN

(Tríptico de Dan Kofler)

(Antes de leer esta entrada, te ruego hagas clic en la foto de arriba, amplíala y haz un recorrido por el cuadro. El motivo es que no logro subir la imagen del cuadro con la resolución que tiene la foto, y se pierde toda la nitidez y los detalles. Al ampliarla espero que puedas ver mejor el cuadro del que voy a hablar brevemente, titulado Inquisición).

Se trata de un cuadro de Dan Kofler, conocido también como músico con el nombre de Dino del Monte.

Lo que me ha llamado la atención de este cuadro es la visión nueva que nos da sobre la Inquisición. Ya Goya destacó el lado oscuro, de pesadilla, de la tortura, las hogueras y los ahorcamientos, mostrando el fanatismo político-religioso con que esta institución actuaba.

Lo nuevo de este cuadro es que abandona esa visión para incorporar otra: el aspecto de carnaval, de fiesta, de comedia del arte que también está presente en las escenas que se pintan y que revela cómo el horror se puede convertir en teatro, cómo se puede presentar con una apariencia que contradice la propia esencia de ese horror. Así es el comportamiento social humano, que necesita ritualizar, teatralizar, incluso lo más tétrico y repulsivo.

Este cuadro, debo aclararlo, lo pinta un judío de origen sefardí, y es así cómo él, superando el lado evidente de la Inquisición, nos descubre ese otro aspecto y nos acerca más a lo aquello sobre lo que se quiere reflexionar: qué puede llegar a hacer el hombre con sus semejantes.

No es menos horrible la visión de los campos de exterminio nazi, que ésta en que la muerte se nos ofrece como espectáculo. Podemos preguntarnos, al ver este cuadro, qué es lo que se ocultaba en los autos de fe, en los que el horror se conviertía en entretenimiento, en que el espanto se canalizaba y transformaba en teatro.

El cuadro cobra todo su sentido si nos fijamos en el rostro y la expresión de hombre demacrado y pálido que observa la escena desde el suelo, en el cuadro central, intentando levantarse, ya casi como lo haría un cadáver.

Conocer el pasado es la mejor forma de entender lo que vino después, incluida la Shoá. No quiero decir con esto que la Inquisición española fuera más cruel que lo fueron todas las Inquisiciones de Europa. Aquí, incluso, fue más obsesivamente legalista, lo que salvó a muchos de la hoguera. El problema es que aquí se instauró cuando en otros países se abolía, y duró una barbaridad, hasta casi mediado el siglo XIX.

Pero no se trata ahora de ajustar cuentas históricas, sino de tratar de entender qué se esconde detrás de la intolerancia y la intransigencia religiosa, y hacia dónde lleva a las sociedades cuando se dejan arrastrar por ellas. Y algo importante: los más intransigentes inquisidores surgieron de las filas de los conversos judíos. Otro tema que invita a reflexionar.

martes, 29 de septiembre de 2009

MAGIA Y CIENCIA

(Foto: S. Trancón)
Ha hablado en este bloc bastante sobre qué entiendo por magia o mundo mágico. Me he declarado defensor de ese pensamiento que nos acerca al misterio del mundo, cuya existencia es para nosotros profundamente inexplicable. También me he declarado defensor de la ciencia y el espíritu científico, que quiere explicar y entender ese misterio. Quisiera ahora, brevemente, aclarar esta paradoja.

Magia y ciencia comparten un mismo afán de conocimiento, pero se diferencian en que una, la magia, busca sobre todo la experiencia, el sentir la presencia de lo inexplicable, esa realidad que es mucho más que todo lo que podamos imaginar o sentir. La otra, la ciencia, busca ante todo el pensamiento objetivo, la validación de hipótesis irrefutables acerca de aquello que podemos observar. No son incompatibles. Ambas formas de conocimiento son necesarias.

Pero magia es una palabra sobrecargada de connotaciones “fantásticas”, induce a confundir el pensamiento mágico con la superstición, el delirio, lo milagroso. Por eso debo aclarar ahora que soy enemigo de toda superchería, de toda esa literatura que sobrevalora la mente, el control mental, la fuerza del pensamiento como si fuera algo de la misma naturaleza física que una mano o los músculos de nuestro cuerpo. “Todo aquello que pienses y desees de verdad, lo lograrás”, se repite con frecuencia en esos manuales de engañosa autoayuda. No hay que confundir el pensamiento positivo con la creencia en la omnipotencia del pensamiento. La realidad no es una mera copia de nuestra mente, tiene su propia fuerza y sus leyes.

Esto no significa infravalorar la fuerza y el poder de nuestro intento. Nada logramos sin el intenso prolongado e inflexible de alcanzarlo. Pero ni el intento ni el pensamiento son fuerzas que actúan mágicamente sobre la realidad, sino sobre nosotros mismos, sobre nuestras actitudes, disposiciones, atención y entrega a un propósito. ¿Parece poco?

La ciencia nos ayuda a comprender la complejidad del mundo y a reconocer que la realidad no es humana, no es algo personal, algo que nosotros podamos manipular directamente con la fuerza de nuestro pensamiento. No somos Dios, porque ese doble de nosotros al que llamamos Dios, no existe, no puede existir. Si existiera ese Dios, tal y como ha sido concebido por la mayoría de las religiones, y el mundo dependiera de él, pues ese mundo (este mundo) no existiría, no podría existir. El mundo, tal y como lo podemos pensar y sentir, es algo en verdad inconcebible, por eso está tan alejado de cualquier idea humana de Dios. Meterlo en nuestra mente, sea mágica o científica, es como meter todo el mar en una botella. (Una botella donde previamente hemos metido a Dios).

La fuerza del pensamiento (mágico y científico) es enorme, pero apliquémoslo allí donde ese pensamiento puede actuar, no lo usemos para alimentar fantásticos deseos de omnipotencia e inmortalidad, poderes que no nos han sido otorgados.

lunes, 21 de septiembre de 2009

EL PÁJARO EN SU RAMA

(Foto: S. Trancón)
Esta noche he abierto la ventana, he respirado la honda quietud del campo, he visto la luna, que difundía una luz tan nítida y serena, que todo alcanzaba a través de ella su plenitud, y al mirar hacia mi lado izquierdo los he visto ahí, aquí, sobre la plateada rama de una gran encina. Mi madre repitió, con un suave murmullo cristalino, junto a mi oído:
-Hijo, donde mejor canta un pájaro es en su árbol genealógico.
Mi padre sonrió, y con una voz igualmente dulce y serena, sin atisbo de inquietud, repitió:
-Hijo, donde mejor canta un pájaro es en su árbol genealógico.
Comprendí de pronto, con lágrimas en los ojos, que ellos ya eran libres, que no arrastraban ni la amargura ni la desesperación con que yo los recordaba.
-No guardes más en tu pecho la desesperación de tu padre –susurró una voz que quedó vibrando entre las ramas.
-No encierres más en tu corazón la tristeza de tu madre –añadió otra voz que se perdió entre el temblor numinoso de las hojas.
La plateada encina se dibujaba contra un cielo oscuro y estrellado, robusta y etérea a la vez. Fascinado, seguí escuchando aquella voz, que surgía de cualquier lugar hacia el que mirara:
-Sal de la rueda del pozo, atraviesa el círculo, rompe el espejo. Libérate del dolor, de la amargura y la frustración. No te aferres al sufrimiento, suelta la desesperanza, deja esos sentimientos ir hacia los confines de universo, no los retengas más.
Comprendí entonces que el pájaro genealógico era una hoja, que la hoja cantaba sobre una rama, que la rama brotaba del tronco robusto de un árbol inmenso y bellísimo, que el árbol crecía sobre un monte plateado, que el monte rozaba el cielo, que por el cielo giraban a velocidades inconcebibles infinitas galaxias, que las galaxias se diluían en el polvo cósmico y que el polvo cósmico era sólo conciencia cuya esencia estaba hecha de belleza y misterio, y que éramos muy desagradecidos al colocar en el centro de la vida la desesperación y la amargura, porque todo al fin acaba en la más inimaginable serenidad y plenitud.

Eso cantaba el pájaro de mi árbol genealógico, ramillete de plumas plateadas, al que yo había ahogado el canto atándolo a la pena, a la rueda del pozo, impidiendo su vuelo infinito.
De la iluminada rama salió entonces hacia el horizonte una garza; poco después, un águila extendió sus alas hasta perderse en la lejanía. Tal y como yo los había visto en sueños, se fueron libres y alegres, cada uno por su lado, pero su partida esta vez no me hizo sufrir. En el más allá el amor se confunde con la libertad.


sábado, 12 de septiembre de 2009

VIRUS

(Foto: Agustín Galisteo)
Me intriga la palabra. Viene del latín virus, y significa veneno. Bien. Pero vayamos más atrás. Hay otros dos orígenes posibles y emparentados: de vir (varón) y de vis (fuerza). En su constelación semántica hemos de incluir virulento y vigoroso. Incluso Viriato, valeroso lusitano al que mataron a traición. Y viruela, claro.

Pero dejemos la etimología. Vistos al microscopio, estas cosas o bichos son bastante inquietantes: más parecidos a conglomerados químicos, estructuras inorgánicas, que a seres vivos. Están entre lo inerte y lo vivo. Para vivir y replicarse necesitan una célula huésped. No tienen vida propia, pero sí una voluntad reproductiva indestructible.

Sus diseños son de alta tecnología. La nanotécnica los imita. Se multiplican a una velocidad cósmica.
La medicina moderna ha encontrado en ellos la gran justificación de su existencia. Su objetivo es destruirlos. Estúpido intento. Hay tantos, se modifican con tanta facilidad, es tan impredecible su comportamiento, que es como matar mosquitos con elefantes. O al revés.

El objetivo de matarlos uno a uno, con un arma específica, es una empresa de locos. Pero las grandes empresas farmacéuticas nos han convencido de que es posible. Saben que es imposible, pero viven de eso.

Nuestro cuerpo está preparado para combatir a los virus malignos y aprovecharse de los beneficiosos. Tiene un sistema inmunológico innato, otro adquirido y, además, los linfocitos T, que fagocitan y destrozan a los virus patógenos.

Toda la farmacopea del mundo no puede igualar a esos mecanismos naturales del cuerpo.

La lógica nos dice que, en lugar de buscar un fármaco para cada virus, es infinitamente más eficaz fortalecer los mecanismos naturales con los que contamos. Estadísticamente más eficaz.
Si de lo que se trata es de evitar muertes, pues no hay duda del camino a seguir. Pero no se trata de eso, sino de hacer dinero, lograr beneficios en cantidades sólo equiparables a los infinitos millones de virus existentes.

Hay que alimentar el gran virus, el miedo irracional, extenderlo, manipularlo. No hay arma más eficaz para dominar el mundo.

Lo llaman información. Lo llaman criterios médicos. Lo llaman recomendaciones de los expertos. Lo llaman prevención. Lo llaman responsabilidad política.

Pero tiene otro nombre: engaño masivo, global. Han descubierto que es muy fácil hacerlo: todos colaboran encantados, desde los periodistas a los políticos, de los médicos a las ONGs.

Control y negocio. Negocio y control. Es lo mismo.

Me ha mandado Luis Prieto este vídeo sobre la gripe A. Da bastantes pistas. Te lo recomiendo:



jueves, 3 de septiembre de 2009

LIGEREZA, FLUIDEZ, TRANSPARENCIA

(Foto: Agustín Galisteo)









La inseguridad.
La inestabilidad.
La inconsistencia.
La incertidumbre.


Desde niños percibimos que el mundo es inestable, inseguro, inconsistente.
Pero no podemos vivir en la total incertidumbre.
Necesitamos construir a nuestro alrededor un mundo sólido, consistente, estable.
Nos agarramos a la continuidad, la permanencia del mundo, desde las paredes de nuestra habitación a la sonrisa y la presencia de la madre.

Nuestro cerebro aprende a dar consistencia a lo que percibimos.
Creamos un mundo estable para poder sobrevivir en él.
Pero la sensación de incertidumbre, la discontinuidad, la fugacidad de todo, no desaparece de nuestro interior. Nos agita el desasosiego, la zozobra, el miedo a la pérdida de la solidez del mundo.

Como reacción ante la angustia y ansiedad que este hecho nos produce construimos el yo. El yo es nuestro último refugio. El mundo se puede desmoronar a nuestro alrededor, pero siempre seguiremos creyendo en la continuidad y consistencia y permanencia de nuestro yo.

Pero sabemos que eso es un espejismo. No hay reposo, no hay posibilidad alguna de alcanzar la seguridad que buscamos en el yo.

El yo, por más que nos esforcemos, es lo más inseguro que tenemos, porque está construido sólo con imágenes, es una pura construcción mental cargada de fuertes sentimientos y emociones.

El yo, para asegurar su continuidad, vive en permanente estado de alerta. Se ofende, se asusta, se resguarda, se defiende y ataca ante la más mínima amenaza, real o imaginaria.

Por eso, nada más sano, más inteligente, más liberador que aceptar la “anulación del yo”. Aceptar un yo inconsistente, despreocupado por su continuidad, fluido, ligero, transparente.

Todo lo que le llega de fuera, le atraviesa, le traspasa y no encuentra ninguna resistencia. No es un yo inseguro, porque no busca ninguna seguridad. No es un yo ofendido, porque no hay nada a qué ofender.

El aire.
El agua.
El sonido.
La nube.
El río.
El junco.
El águila…

Las fuerzas del universo nos golpean constantemente.
Cuanto menos resistencia ofrezcamos, menos nos destruirán.

miércoles, 26 de agosto de 2009

POEMA COMENTADO

(Foto: Agustín Galisteo)




Durante estos días de verano he continuado escribiendo “La verdadera historia de Dan Kofler”, las memorias de un judío gitano, libro sobre el que llevo escritas 600 páginas. A veces su historia me desborda y necesito la distancia del poema para tomar aire e interpretar los hechos desde una perspectiva más abstracta. He aquí uno de esos poemas:

Penetré una tupida sombra de zarzas y ramas y me perdí,
rodeado y sin poder salir del cerco
que yo mismo levanté para protegerme.
Buscando una senda, caí engañado por un resplandor oscuro.
El cielo se precipitó contra mis ojos y ya todo fue inmovilidad
.

Me atrae la idea de comentar este breve poema como si no fuera mío.

En primer lugar, se trata de un conjunto de imágenes que describen cómo alguien queda atrapado por aquello que ha construido para protegerse. Primera paradoja.
Se presenta, al mismo tiempo, a un explorador que, buscando el camino, se pierde.

El poema se basa en la construcción de imágenes atractivas sobre estas dos contradicciones. Imágenes y paradojas que dan que pensar.
Se combinan los dos planos, el de las imágenes y el de los pensamientos que esas imágenes sugieren.

El uso de la primera persona expresa la verdad de la experiencia de la que nace y recrea el poema: penetré, me perdí, yo mismo levanté, caí... A través del yo poético el lector puede identificarse y hacer suyo el poema.

La primera imagen tiene una especial fuerza “sinestésica”: se transmite la sensación de dificultad, osadía, un deseo de atravesar el misterio, lo que lleva el riesgo de perderse. Al mismo tiempo, en los dos siguientes versos esa misma sombra impenetrable se ha convertido en cerco protector, pero del que no se puede salir.

El siguiente verso nos aclara que el caminante ha quedado atrapado en esa cueva porque, buscando una senda, se dejó engañar por un resplandor oscuro. El oxímoron “resplandor oscuro” es muy apropiado, pues indica cómo se produce el engaño: es un falso resplandor, detrás de él no hay más que oscuridad, al acercarnos se nos revela la verdadera naturaleza oscura de eso que nos atraía.

El último verso expresa todo el dramatismo de la situación: el cielo hacia el que mira, el cielo que le protege, se precipita sobre él y todo queda inmóvil, metáfora última de la muerte.

La sintaxis del poema se basa el enlace de imágenes que van ampliando e intensificando su contenido metafórico. Un proceso de acumulación significativa y emocional.
Naturalmente, sin la distribución musical de los fonemas, los acentos y las palabras, la fluidez y el ritmo respiratorio interno de los versos, todo el poema se vendría abajo.

Lo que articula y sostiene el poema es siempre la integración plena de sonido, imagen y pensamiento.

jueves, 13 de agosto de 2009

LA HISTORIA DE FRAY HERNANDO DE TALAVERA O LO MAL QUE NOS HAN CONTADO LA HISTORIA

(Foto:S. Trancón)



Nos han contado muy mal la historia. Escandalosamente mal.

No hay forma de entender este viejo país sin saber qué ocurrió aquí con los judíos, que era cientos, miles, presentes hasta en los rincones más insospechados. No hay pueblo por el que últimamente pase que no encuentre huella de su presencia.


Recuerdo los tres últimos:

-Villafranca del Bierzo y su calle (judía) del Agua, donde nació Gil y Carrasco (en un caserón señorial hoy medio en ruinas, para vergüenza de leoneses y leonesistas de salón) y de donde eran también dos grandes escritores a los que tuve la suerte de conocer: Ramón Carnicer (al que negaron vergonzosamente el Premio de las Letras de Castilla y León) y el inolvidable Antonio Pereira, recientemente fallecido, ambos con apellidos de muy probable origen converso (aparecen con frecuencia en los Memoriales de la Inquisición, sobre todo los Pereira).

-Sahagún de Campos, donde se conserva una gran sinagoga, hoy convertida en Iglesia de la Peregrina, ahora en restauración.

-Mansilla de las Mulas, desde la Edad Media poblada por judíos diversos, y de donde es un amigo, Miguel Herrero, que lleva el apellido de la profesión de su padre (de tradición judía), cuya fragua y herrería yo todavía conocí de niño.


Digo que no hay forma de entender la historia moderna de España y eso que se ha llamado español sin revisar y repensar esa tradición judía, sobre todo a partir de un hecho decisivo: la expulsión o conversión forzosa de 1492, una decisión de consecuencias incalculables que oscureció uno de los reinados más audaces y positivos de nuestro pasado.

Después de aquel decreto de conversión o expulsión, vino el afianzamiento de la Inquisición y los estatutos de limpieza de sangre, que influyeron en el modo de relacionarse entre sí los españoles, que marcó su psicología, la lucha interna de clases y el modo en que el poder de la Iglesia se afianzó.


El cainismo de los españoles tiene su origen en esa situación, pues la condición de converso llegó a ser peor que la de judío. A partir de 1500 el tener un antepasado hebreo fue una amenaza para cualquiera, pues esa mancha se heredaba para toda la eternidad, recaía sobre los descendientes hasta el fin de los tiempos. Las consecuencias eran tremendas, no sólo no poder ejercer cargo público alguno, sino siquiera entrar en una orden religiosa. Por eso Teresa de Ávila hubo de borrar el apellido de su abuelo, Sánchez de Toledo, condenado por la Inquisición, para quedarse sólo con el de Cepeda, comprando el silencio con el dinero de su familia, ricos negociantes judíos. Y como ella miles y miles.


Yendo a visitar una vez la Colegiata de San Juan de los Reyes, en Toledo, me sorprendió una placa de cerámica que luce en una pared del vestíbulo de entrada. Dice así:


FRAY HERNANDO DE TALAVERA (1430-1507)

Familiar y protegido de los Álvarez de Toledo, señores de Oropesa, niño cantor de la Colegiata de Talavera de la Reina, catedrático de la Universidad de Salamanca, monje jerónimo en San Leonardo de Alba de Tormes, prior de Nuestra Señora de Prado de Valladolid, confesor de Isabel la Católica y su consejero real, supremo organizador de Castilla a finales del siglo XV, obispo de Ávila y administrador de Salamanca, impulsor de la Gramática Española de Nebrija, examinador de los proyectos de Colón y su protector, reformador de la nobleza y de las órdenes religiosas, primer arzobispo de Granada, santo alfaquí apóstol de los moriscos, modelo para la evangelización de América, detractor y, finalmente, víctima de la Inquisición, varón integérrimo y castellano perfecto, fraile escueto de ayunos y tipo ideal de obispos.

En memoria de la “gravedad castellana” que fue norma y acicate de su vida, y hoy es nuestro honor y nuestro orgullo.

La Fundación Álvarez de Toledo 8-julio-1986


Expliquemos que “detractor” se refiere a que denunció los métodos de la Inquisición, que “alfaquí” significa sabio conocedor de la ley musulmana, que “integérrimo” es el superlativo absoluto de “íntegro”, que Nebrija fue también converso y que Colón era de origen judío (numeraba los folios de sus cartas con letras hebreas, entre otros detalles).


La primera vez que leí esta placa conmemorativa me sorprendió cómo alguien, después de llegar a lo más alto, pudo caer de repente en desgracia, víctima de la Inquisición. Nada se explicaba en el texto. Investigando supe que el tan Fray Hernando era hijo del Señor de Oropesa, uno de los poderosísimos Álvarez de Toledo al que la reina Isabel otorgó título de nobleza. Hijo de ese gran señor, pero también de “una hebrea” del barrio judío de Oropesa.


Aclaro al lector que este Oropesa es un pueblo precioso de Toledo, donde todavía se conserva el imponente castillo de los Álvarez de Toledo (familia donde abundaban, por cierto, los bastardos), no ese otro lugar donde iba Aznar a lucir horteramente sus musculitos, invitado por sus amiguetes de Porcelanosa, (hecho –y cohecho– que hoy convendría recordar, como aquella boda de el Escorial, estilo Berlusconi, que todavía nos avergüenza).


Bien, pues nada se dice en este escrito de que fue precisamente el tener madre judía lo que llevó a la desgracia a este gran hombre, cargado de cargos y títulos, pero con los que se fue “desarmado y vencido”, a la tumba. Se sabe que se opuso al establecimiento de la Inquisición, que no era partidario de la hoguera sino de la persuasión, pero que se topó con el Cardenal Cisneros y pese a la protección de la reina, al morir ésta en 1505, se inició contra él un proceso inquisitorial. Muchos de sus familiares ya habían caído en manos del Santo Oficio (nombre que hoy suena un poco sarcástico).

Pues si esto pasaba a finales del XV, los siguientes siglos (hasta el XIX) todo empeoró. Pero ya hablaremos de ello.


P.D. Me fascina el nombre de algunas de las obras que escribió Fray Hernando: “Tratado sobre el vestir, calzar y comer”, “Tratado contra el murmurar y decir mal de otro en su ausencia”, “Cómo debemos haber cuidado de espender muy bien el tiempo para que no se pierda momento” o “¿Por qué creer en Dios? Porque Él lo manda”...

martes, 4 de agosto de 2009

ANOCHE


(Foto: S.Trancón)

Anoche estuve en casa de un amigo. Al salir, la luna iluminaba la montaña. Del fondo del valle subía un suave neblina. Al llegar a mi casa, escribí:


Arrastra la luna despojos de nubes que se han enredado
en su frente.
Es una medusa flotante en el mar de la noche.
La miro envuelto en el vaho que exhalan los álamos.
Las ramas se han hundido en la quietud y han dejado

inmóviles sus hojas.
Entre el árbol y la luna, el blanco aliento de la noche

que respira.
Me sumerjo en la palidez de la hoja, siento la suavidad

de su presencia.
No hay más.
Nada más que el deseo de ser esa hoja que se da cuenta

de que yo la miro.

viernes, 24 de julio de 2009

HUELLAS JUDÍAS EN SANTIAGO

(Foto: S.Trancón)
He pasado unos días en Santiago de Compostela. Siempre me ha impresionado el Obradoiro, San Francisco, San Martín... Tantas y tantas iglesias, retablos de un delirio barroco desbordado, una muestra apabullante del poder de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, que permitió, a través del arte, desarrollar la imaginación de arquitectos, escultores y pintores hasta cumbres insuperables.

Cuando llegué a la catedral, al caer la tarde, empezó a sonar el órgano y se inició una misa cantada, oficiada por el arzobispo compostelano. Aunque mantienen cierta solemnidad, las ceremonias actuales no son más que un pálido reflejo de lo que yo presencié de niño, una procesión de obispos y cardenales entrando por el Pórtico de la Gloria, con grandes cruces, palio y velones, bajo las voces del canto gregoriano, cuando la misa todavía se cantaba en latín. A su vez, esta ceremonia paleofranquista sin duda carecía del empaque y la imponente teatralidad de las celebraciones medievales y barrocas. Hay que imaginar la piedra gris que ahora vemos, pintada de vivos colores, toda la catedral una llamarada de inimaginables resplandores, claroscuros, filigranas y abstracciones geométricas. Como contraste, las retorcidas columnas cargadas de racimos y los inmensos angelotes desnudos sosteniendo el retablo central, con caras orientales que recuerdan las gigantescas figuras de Buda.

Lo del botafumeiro balanceándose de rosetón a rosetón, trazando el brazo de la cruz de las naves, es un resto de aquella imponente gestualidad. Que se usara para contrarrestar los malos olores de los peregrinos que dormían en las galerías de la catedral me parece una leyenda. Creo que no es más que una forma exagerada de ritualizar la quema de incienso, el humo blanco que -a través de un incensario gigante, que parece movido por las manos de un atlante invisible- se eleva hacia el cielo, como las almas puras.

Pero lo que más me ha impresionado esta vez, no ha sido comprobar que Santiago sigue siendo una ciudad única, cargada de una energía poderosa, melancólica y oscura, que puede llegar a aturdir, sino el descubrir la historia soterrada de los criptojudíos de la ciudad. Frente al poder omnipresente de la Iglesia, es increíble que se haya asentado, en el entramado de calles que rodean la catedral (Azabachería, Platerías...), una rica comunidad judía medieval, que tuvo que ocultarse o huir a partir del siglo XV. Lo sorprendente es encontrar hoy huellas de esta presencia, cinco siglos después de que la Inquisición impusiera su ley de hoguera, sambenitos y galeras.

En la calle de Troya, cerca de Azabachería, descubrí una panadería que me dejó desconcertado. En un pequeño escaparate aparecían unos cartelitos, escritos con una letra primorosamente trazada, sobre una serie de productos. No sólo se explicaba en ellos el “pan de los muertos”, sino el “pan ácimo”, el “pan de Challah o de J’alá”, “las orejas de Hamán”... Encima de un pan trenzado se podía leer: “Pan de Challah o J’alá, pan judío para el sabbath, las tres ramas de la trenza simbolizan: LA VERDAD, LA JUSTICIA Y LA PAZ, en tanto que el acabado de semillas de amapola representa el maná, caído del cielo. Para las celebraciones del año nuevo judío Rosh Hashanah se prepara un pan en forma de espiral. Su forma redonda simboliza la continuidad”.

También se podía leer un proverbio ladino: “Lo que comiste o no comiste no importa, lo que importa es que te sentaste a la mesa”.

Lleno de curiosidad entré en la tienda y le pregunté a la dueña -una mujer alta y fuerte, llamada Bernarda-sobre todos esos productos judíos. De modo brusco me preguntó: ¿Tú eres judío? Yo, sorprendido, le respondí que no, pero que me interesaba mucho la historia de los judíos y conversos de España, que estaba realizando un trabajo sobre el tema. Le comenté que no sabía que en Galicia se amasaran esos dulces llamados “orejas”, como en León, y que sin duda ese nombre prevenía del dulce judío llamado “orejas de Hamán” (relacionado con la historia de Esther), y que aparecía al lado. La reacción de la mujer fue lo que más me intrigó: ¡me miró como si yo fuera un espía de la Inquisición! Empezó a contradecirme, dijo que no, que también se hacían orejas en el norte de Italia, que la repostería y la panadería tenían influencias de todo el mundo. Que ella no era judía, ni su madre, aunque hacía un “mazapán” sin levadura... (La palabra "mazapán" se usa en León para referirse a una especie de bizcocho, y proviene de matzá-pan; matzá es la palabra hebrea utilizada para nombrar el pan ácimo o sin levadura). “Pero por qué tiene esos panes y dulces judíos ahí”, le pregunto... “Están sólo de exposición, no se venden”... Y continuó con el mismo tono: “Supuestamente estamos en el barrio judío, por el nombre de las calles, los soportales... Ahí al lado está la iglesia de San Miguel, que dicen que era una sinagoga, y la calle de Jerusalén, pero...”

Leí entonces en la pared un texto sobre los “nuevos cristianos”, copiado de no sé qué libro, en el que se comparaba el proceso de siembra del trigo hasta la elaboración del pan, con el proceso de conversión cristiana, y acababa la alegoría explicando cómo los que habían nacido fuera del bautismo debían someterse a trituración, ser molidos para formar parte de la masa del Cuerpo de Cristo, o sea, la Iglesia, cuyo fermento o levadura era la fe. No entendía nada. ¿A santo de qué colocaba toda esta literatura por la pared y el escaparate de la tienda? ¿Era una conversa renegada, llena de contradicciones? ¿O criptojudía y aquello una forma sutil de protesta?

Al día siguiente volví, después de enterarme por la página de internet de la panadería (http://www.atroia.com/) que vendía pastas de hibisco, de jazmín, rosa, tomillo...Le pregunté qué pastas me aconsejaba, si la de jazmín, la de pétalos de rosa... A mí esas no me gustan, me dijo sin más miramientos. La de semillas de amapola, sí. Me puso cien gramos, me cobró una barbaridad y cuando yo le comenté que la elaboración de estas pastas sería fruto de una larga tradición, ella, de modo taxativo, me dijo que las había inventado ella... Que no iba a contarme una película para quedar bien, que ésa era la verdad... Y que si buscaba repostería “hebraica” la podía encontrar en Ribadavia...

Observé la bolsita de papel, en que me sirvió las pastas, y en ella no aparecía ni el nombre de la panadería ni dirección alguna, pero por arriba había una cenefa en cuyo centro se veía una extraña cruz echa con dos cuadrados cruzados. Pero si uno se fijaba bien, podía ver las puntas de una cruz de David doble, entremezclada en el interior de un cuadrado. Por debajo figuraba otro motivo que a primera vista parecían espigas alineadas, pero que en realidad eran “menorás”, candelabros de siete brazos...

Pienso ahora que esta extraña reacción refleja muy bien la paranoia de los conversos, que este modo de hablar y de comportarse es fruto de una larga tradición de ocultamientos, miedos, prevenciones y contradicciones. Lo inquietante es comprobar que hoy, después de tantos siglos, alguien pueda seguir comportándose como en el siglo XVI, cuando el manifestar los orígenes judíos se supone que ya no comporta peligro alguno. ¿O quizás sí? Al hablar con esta mujer comprendí de golpe la compleja psicología del converso. Afirmar y negar a la vez, ser y no ser, aceptar y rechazar... Esto es lógica y mentalmente imposible, pero muy posible en la vida, en los sentimientos, en el modo de comportarse y de hablar.

Comprobé luego que la iglesia de San Miguel de al lado, en efecto, se asentaba sobre una antigua sinagoga, porque su orientación norte-sur no podía tener otro origen. También me gustó ver plantado un olivo en medio de la Ruela de Jerusalén. O los dos agujeros donde estuvo una “mesusá” en la jamba derecha de granito de una casa, tapados con un taco de madera. Y la Rúa de los Bautizados...

Huellas de una presencia de más de dos mil años que aún hoy se pueden descubrir por los rincones más insospechados e insólitos de nuestra geografía. No sólo en las grandes ciudades, sino en pueblos perdidos, como Peranzanes y Guímara, en los Ancares leoneses, donde el gremio de vendedores ambulantes (trajineros, albarderos, guarnicioneros, arrieros...) de origen judío, hasta tenía una jerga particular, el burón...

viernes, 17 de julio de 2009

LA VIDA ES ASÍ

(Imagen: Monte Aloia)

Las grandes preguntas con frecuencia sólo tienen pequeñas respuestas.
¿Qué es la vida?... Pues esas pequeñas cosas que hacemos cada día.
Viajar es bueno para darse cuenta de que la vida se compone de breves momentos, vivencias que igual que llegan, se van, a las que no hay que pedir otra justificación que su propia existencia. La vida, vista desde esta perspectiva, se explica a sí misma.

He viajado unos días por Galicia y Portugal. Escribo desde Santiago de Compostela. No guardo de este viaje más que imágenes y momentos cuyo sentido empieza y acaba en sí mismo.

Saborear buen café, por ejemplo. El café que he tomado en Tuy, Valença do Miño o Viana do Castelo no se puede comparar con la porquería que sirven en la mayoría de los bares de Madrid. O los croissant, o los dulces, o la carne… No hablemos del pescado.

En Portugal, oh maravilla, la gente no grita. Las carreteras llevan veinte años de retraso respecto a España, y las señales de tráfico no son más que aproximaciones imaginarias, pero esto tiene la ventaja de que uno puede aparecer en los pueblos más ignotos.

La visita al Monte Aloia, en Tuy, es algo que uno no puede dejar de recomendar a un amigo. Beber de fuentes que manan directamente de la roca, caminar por sendas de bosques casi prehistóricos, donde uno no se tropieza con nadie, abrazar árboles centenarios cubiertos de un suave musgo, contemplar a lo lejos las Islas Cíes…

En la casa forestal, de cuento de hadas y brujas, se puede oír el sisear de la culebra, el canto del cárabo, el gruñir del jabalí, los chillidos del zorro…

O contemplar los angelotes hindúes del retablo de la catedral de Santiago, o tumbarse en la Plaza del Obradoiro de espaldas a las torres y mirar hacia el cielo, o sentarse frente al retablo inverosímil de la iglesia de San Martín…

En el barrio judío (Azabachería, Platerías…) hay una panadería antiquísima que tiene “orejas de Hamán”, “pan ácimo”, "bizcochos sin levadura"… Después de quinientos años de Inquisición todavía existe una panadería que vende pan judío y la dueña no sabe ni por qué. Dice que así lo hacía su madre…

También, recorriendo aquellas calles, se pueden todavía descubrir las huellas (agujeros tapados) de alguna “mesusá” en las jambas de granito de las puertas.

Y la imagen imponente del Monte Pindo, su granito rosado resplandeciendo al atardecer, rodeado del azul intenso del mar de Finisterre. Allí sacrificaban los celtas caballos blancos a sus dioses.

En Muros una niña tiene un conejo blanco suelto sobre el alféizar de la ventana, y me enseña cómo tocándole a un lado alza una oreja, y luego las dos…

La vida, sí, son estas cosas.

miércoles, 8 de julio de 2009

TIEMPO DE MEDITAR

(Foto: S. Trancón)El verano es buen momento para meditar. Con sosiego, sin agobios, sin prisas. ¿Pero qué es meditar?

En primer lugar, no es una cuestión de esfuerzo. El esfuerzo tiene que ver con la tensión muscular, la resistencia. La meditación, con la relajación y la fluidez.

Meditar es ser consciente de los pensamientos. Depende de la atención.
La atención, a su vez, depende de la energía. Atender es concentrar energía: unificar las ondas de energía que recorren nuestro cuerpo.

Nuestro cerebro trabaja sólo con un 10% de estímulos exteriores, los que proporcionan los sentidos. El 90% restante lo hace con estímulos interiores: con las imágenes, los pensamientos, los conceptos y los recuerdos que guardan los circuitos cerebrales en las distintas zonas del cerebro.

Buda dijo: “Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado”.

Meditar es hacernos conscientes de lo que pensamos.
Intentamos lo que pensamos. Si tenemos un pensamiento negativo, eso es lo que intentamos.
Intentar es canalizar nuestra energía, a partir de la atención, hacia eso en que estamos pensando.
Un pensamiento negativo es aquel que provoca miedo, tensión, enfado, desánimo.
Los pensamientos negativos no se alejan de nuestra mente y nuestro cuerpo combatiendo contra ellos. Si luchas contra ellos les están prestando atención, energía, con lo que esos pensamientos se refuerzan y fortalecen.

Los pensamientos negativos se desactivan dejándolos fluir, observándolos desde fuera, siendo conscientes de que se almacenan en los músculos, en la zona interna de los músculos.
Los pensamientos influyen directamente sobre los neurotransmisores, las hormonas, toda la bioquímica de nuestro organismo.

Pensar es una actividad tan constante y necesaria como respirar. Si respiras aire tóxico, enfermas. Si respiras pensamientos negativos, te intoxicas, enfermas.

Los pensamientos se enganchan unos a otros, forman cadenas. Los pensamientos negativos son pesadas cadenas que nos atamos a los pies y el cuello, como grilletes.

Meditar no es esforzarse por poner la mente en blanco, sino intentar parar los pensamientos automáticos. Es dejar de hablar con uno mismo.

Si dejas de hablar contigo mismo, ese 90% de actividad autorrefleja se va invirtiendo poco a poco, mientras el otro 10% crece, se expande hasta descubrir que hay más, mucho más ahí fuera, y más interesante, que todo lo que obsesivamente almacenas dentro.

Quizás frente al mar, sentados en una roca, y solos…

miércoles, 1 de julio de 2009

LA FLECHA DE DOS DIRECCIONES

(Foto:I.Díaz)


La energía es una flecha. Una flecha que tiene siempre dos direcciones.

Imaginemos un arco cuya flecha apunta, a la vez, hacia adelante y hacia atrás. Se puede dirigir a un lado o hacia otro.

La energía es impulso puro. Está ahí, en el universo, nos rodea por todos los lados. Está ahí y nos golpea constantemente, nos impulsa. Nos empuja.

Va hacia un lado u otro según sea nuestro intento.

La energía es una fuerza que nos golpea a cada instante. Nos golpea en el centro de nuestro cuerpo, en torno a nuestro abdomen.

Tenemos siempre dos posibilidades: dejar que nos tumbe, nos raje, nos derrote, nos debilite y desmorone nuestro campo energético, o, por el contrario, que nos revitalice, nos compacte, nos empuje hacia la vida, la salud, la fuerza, el poder.

Todo depende de nuestra actitud, de nuestra atención, de nuestro intento. Si nos dejamos llevar, nuestro automatismo nos lleva hacia la derrota. Por el contrario, si nos percatamos de que es posible darle la vuelta, dirigir la flecha hacia el lado opuesto, entonces todo puede cambiar en un milisegundo.

Todo nuestro destino depende de ese milisegundo en el que podemos cambiar la dirección de la flecha: del pesimismo, la derrote, el desánimo, la depresión, el miedo, la angustia, a la serenidad, la confianza, la creación, el poder.

No es un problema de esfuerzo: nosotros no creamos la energía, sólo la dirigimos. Basta con impedir que siga el camino del automatismo, la repetición, para que ella misma se oriente hacia el camino opuesto.

La energía es una flecha con dos direcciones: una, destructiva, otra, creativa.

Anticípate, adelántate a ti mismo. Adelántate a tu impulsividad, permite que la energía fluya hacia el universo, que no se queda atrapada en tu caparazón endurecido.

Cuesta lo mismo, el mismo esfuerzo, dejarse llevar por el lado negativo, destructivo y repetitivo, de la energía, que por el positivo, el creativo y desconocido.

Todo depende de ese instante, ese milisegundo en el que decides que la flecha vaya hacia un lado o hacia otro. Lo primero es que te convenzas de que existe esa posibilidad: la de la doble dirección.

Siempre hay dos caminos. Uno siempre son dos: +1 y -1. Tú eres el cero.