"Tapioles"
.jpg)
Yo no quería escribir sobre la aberrante absolución de Camps, ni sobre
el ensañamiento judicial contra Garzón,
ni sobre la garganta putrefacta de Gurtel, ni sobre el negocio corrupto
de los viajes del Papa, ni sobre los despilfarros faraónicos (Fraga en Galicia,
Fabra en Alicante, Gallardón en Madrid...), ni sobre la Real Familia y sus
negocios, ni sobre los ERE de Andalucía… Yo no quería escribir sobre toda esa
fosa séptica de la corrupción política, empresarial, judicial…, cuya lista de
casos ya es abrumadora y se extiende por toda la geografía física, municipal, autonómica
y estatal…
Tampoco quería hablar del desmantelamiento del Estado, del Estado
tal y como hasta ahora lo hemos conocido, o sea, como garante de unos derechos
logrados después de más de un siglo de luchas, pactos y sacrificios colectivos:
condiciones laborales, educación, sanidad, pensiones y servicios públicos
básicos sostenidos con el dinero de todos.
Tampoco quería hablar sobre la crisis, sus mentiras, sus artífices y
beneficiados, la constante y vomitiva propaganda destinada a difundir el miedo,
a propagar el pánico para volvernos más sumisos, todavía más… Tampoco quería yo
hablar del Gobierno, al que un 30% votó para que “hiciera las cosas como Dios
manda” y “nos sacara de la crisis y acabara con el paro”, y cuyas primeras medidas
no han hecho más que aumentar vertiginosamente el número de parados y
desprotegidos… ¡Para acabar con el paro, no hay nada mejor que aumentar el
número de parados… hasta que no quede ni un parado más! ¡Despido libre y
gratuito!.. Por no hablar del parón de las energías renovables o volver a ofrecer
la costa a los “emprendedores” del ladrillo para que destruyan lo poco que
queda de nuestro patrimonio natural…
No, yo no quería hablar de todo esto, no quería envenenarme la sangre
con el recuento de todos los males y amenazas que nos rodean, toda esa basura
abrumadora de la que machaconamente nos hablan cada día los políticos, los
banqueros, los jueces, los tertulianos, los sindicalistas, los periodistas de
todo tipo y pelaje… Yo no quería hablar de todo esto porque creo que hoy es
imprescindible, para salvaguardar el equilibrio mental, no caer en la trampa de
la tensión, la ansiedad, la provocación, los insultos a la razón y a la verdad
y el desprecio a un mínimo sentido de la justicia, ese tsunami de confusión y
mentira que se propaga cada día por todos los rincones del planeta.
Salvaguardar un espacio íntimo e interior insobornable al pesimismo, guardar
todas nuestras energías, no para alimentar la cólera o la rabia, a la que apenas
podemos dar salida porque los cauces políticos por los que debiera canalizarse
están cada día más obstruidos, más encenagados y dominados por la presión de
los poderosos; no despilfarrar nuestra energía en alimentar la desesperación
sino enfocarla siempre en algo positivo, creativo, dinamizador de la
conciencia, la serenidad y la alegría, a la que no debemos renuncia por nada
del mundo…
Yo no quería hablar de nada de esto, y tampoco quería hablar de
Tàpies, ese señor tan pedante y santurrón al que, ¡oh sospechosa unanimidad!,
todos los medios y medias, de derecha y de izquierda, del centro y de la
Patagonia, del Moma al Reina Sofía, consideran el último genio de la pintura…
De Tàpies, ese pintor de brocha gruesa al que el Rey otorgó un Marquesado, tan catalán
y tan de izquierdas, pero que pintaba a dos manos como lo hace un niño en ese
estadio que llamó Freud “fase anal”, fascinado por eso que sale del santuario de su
cuerpo… ¡Y qué terrible escuela de imitadores ha dejado! ¡Aduladores en vida,
mercachifles astutos y cabezas ovinas que van a admirar la maravilla artística
(¿?) de alguien que sería incapaz de pintar un grafiti! No, no quería hablar de
esa otra gran mentira, la del mal llamado “arte moderno”, cuyo mayor mérito ha
sido hacer todo lo posible por destruir la pintura.
No, yo no quería escribir lo que he escrito, pero me ha salido así,
contra mi propósito y voluntad. Algunos dirán que he dado rienda suelta a mi
vena izquierdista y anarquista, pero no, nada de eso. De lo que hablo, contra
lo que me rebelo es contra el engaño, la impostura, la mentira, la humillación
y la desesperación. Y esto, si bien se mira, no es de izquierdas ni de
derechas, sino de izquierdas y de derechas. O debiera serlo, y por igual.
Incluso, si bien se mira, todo este discurso, un tanto abrupto y sarcástico, es
más bien conservador y de derechas. Pero claro, de una derecha que no existe,
que no ha existido nunca. ¿Y de izquierdas? Algo hubo, ¡pero vaya usted a saber
por qué cerros de Úbeda se ha despeñado!
ALGUNOS JUICIOS, DITIRAMBOS Y TONTERÍAS QUE SOBRE LA OBRA DE TÀPIES HAN ESCRITO ESTOS DÍAS ALGUNAS DE LAS CABEZAS MÁS PENSANTES DE NUESTRO PAÍS, INCLUIDA LA DE RAJOY
"Pintor de elocuentes paredes que silenciosamente hablan a la imaginación".
"Alentador concreto de la voluntad de ser de Catalunya para el que despachaba visados de futuro, en valiente e impactante cartelismo"
"Uno de los grandes maestros vanguardistas del siglo XX y referente indiscutible del arte contemporáneo mundial"
“Su emblemática escultura Núvol
i cadira (Nube y silla), que se eleva hacia el cielo como
una voluta de genio deshaciéndose en la inmensidad del oscuro universo”.
"Está pintado, escrito, raspado... está la hebilla de un cinturón, papeles clavados con chinchetas y luego rotos y pintados encima"...
"Tàpies es un gigante y como todo el mundo sabe, los gigantes nunca mueren".
"Cataluña pierde a su pintor extraterrestre".
"Tàpies provocó una revolución en provecho de la belleza, con materiales pobres -tierra y arena, desechos y alquitrán-, para restituirles la dignidad que habían perdido".
"Genio eterno de la materia, a Tàpies se le recordará sobre todo por ser el artista de lo matérico. Por la densidad de sus pinturas. Por el gesto. Por la caligrafía. Y los signos (las cruces, las T, las A, las flechas...)".
“Su mensaje
se centra en la revaloración de lo que se considera bajo, repulsivo, material
(no en vano Tàpies escoge a menudo temas tradicionalmente considerados
desagradables y fetichistas, como un ano defecando, un zapato abandonado, una
axila, un pie y otros similares)”.
“Su arte es un sólido motivo en favor de la
democracia, la libertad de expresión y la paz (...) en su obra se expresa la
voz de la humanidad”.
“Si algunas
de sus obras parecen garabatos, acumulaciones de insignificancias, es porque
así entendió la realidad desde el momento en que, desde niño, le dijeron que
hacer caridad y practicar el bien era sacar una espina del corazón de las almas
dolientes.”
“Cabría
subrayar en la obra de Tàpies la capacidad de identificación que ha tenido un
país, Cataluña, con su obra. Su pintura deviene casi epidermis de una cultura y
a su vez nos ofrece adentrarnos en otro territorio (…), que es el territorio de
lo sagrado”.
“Como si el
volcán acabara de eructar su último aliento, hoy deja atrás una dura y
abundante ceniza en el panorama de la pintura”.
(Algunos "Tapioles", como díría Boadella)