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miércoles, 3 de junio de 2015

LA REBELIÓN DE LAS ABEJAS


Los bomberos de Ponferrada han tenido que acudir a sofocar la invasión de una docena de colmenas urbanas. En Toledo otro enjambre atacó a una mujer por la calle. Las abejas han empezado a colonizar el medio urbano: se cuelan en los garajes, anidan como okupas en casas deshabitadas y crean colmenas dentro de los coches. En un medio tan hostil, las abejas se están volviendo más agresivas. Asistimos a un fenómeno socio-político nuevo: la rebelión de las abejas.

(FOTOS: FERNADO REDONDO)


Como socio-politólogo darwinista me interesa analizar el caso, reflexionar y sacar alguna conclusión. Primero: ¿por qué las abejas se empiezan a trasladar de los dulces montes de brezo, tomillo y lavanda, o de los embriagantes campos de almendros, cerezos y castaños, a los contaminados suburbios, garajes, oficinas y urbanizaciones pijas? La marea abejil recuerda a la invasión multicolor del 15-M. Son las leyes de la sincronía cósmica.

Una explicación, la más científica, dice así: las abejas buscan sobrevivir porque su medio natural se ha convertido en un lugar inhóspito y asesino. Los suaves montes y coloridos campos se han transformado en lugares de exterminación masiva. Mueren las laboriosas abejas envenenadas por los cientos de pesticidas que se agazapan en los estambres y pistilos. Se montan investigaciones costosísimas para constatar lo evidente: el efecto multiplicador de los plaguicidas (existen más de 300 autorizados). Las empresas que comercian con el veneno dicen que no hay “pruebas concluyentes”. Estudian uno por uno los productos criminales y comprueban que a determinadas dosis (las permitidas) no causan un mal letal. La trampa es tan grosera que no acierta uno a comprender cómo todavía algunos se la tragan.

Los efectos nocivos no sólo se suman, sino que se multiplican y potencian, al juntarse un plaguicida con un herbicida, un herbicida con un antibiótico, etc. Las abejas, detectado el peligro, huyen hacia las ciudades. ¡Ya tienen que estar desesperadas para buscar refugio en los jardines municipales! Dicen que llegan incluso a hacerse adictas al chute tóxico. Es la ley de la supervivencia en medio de la selva humana. Ojalá surja una mutación, una especie nueva que detecte a los corruptos, los avispados, los listillos, los hijosdeputa metidos a políticos, banqueros, expertos financieros, petroquímicos, farmicidas, monogranjeros y demás ralea pestífera.

Hoy es casi imposible encontrar miel, polen o jalea real que no sea china, o sea, que no sea un invento chino, puro engaño. Los apicultores leoneses deberían iniciar una campaña, apoyada por la administración, para lograr que, al menos en todos los hogares de León, hubiera siempre un tarro de miel auténtica y ecológica, libre de pesticidas. Levantar una industria de calidad que supiera explotar todos los productos directos y derivados, tanto alimentarios como farmacéuticos y cosméticos. Es una riqueza que no podemos despreciar. Por la conservación de la flora silvestre, la polinización de viñedos, castaños, cerezos y frutales, y por nuestra salud, deberíamos impedir que las abejas se vean abocadas a la emigración urbana o a la muerte. A la rebelión de las abejas debería seguir la de los apicultores y la nuestra.

P.D. Por cierto, ¿alguno de los partidos que se presentaron a las últimas elecciones llevaba alguna propuesta concreta relacionada con este asunto, el de la contaminación plaguicida y sus consecuencias en todos los “campos”? ¡Con la cantidad de chuminadas que algunos programas incluían!
http://www.lanuevacronica.com/la-rebelion-de-las-abejas


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