El Quijote es
una fuente inagotable de sorpresas. Estoy escribiendo un libro sobre
el origen converso de Cervantes y las huellas judías que aparecen su
obra, tan numerosas como evidentes. Al estudiar el capítulo sobre el
morisco Ricote me he topado con la historia de los peregrinos
tudescos, tan sugerente y actual que no puedo dejar de comentarla.
Resumo el pasaje.
Camina
Sancho sobre su asno, después de renunciar a su cargo de Gobernador
de la Ínsula Barataria, y se encuentra con un grupo de peregrinos
extranjeros que enseguida levantan sus voces y se ponen juntos a
cantar en una lengua que desconoce Sancho, pero en la que distingue
bien la palabra “limosna”. Caritativo, saca de sus alforjas queso
y pan, y se lo ofrece. Lo toman y le dicen: ¡Guelte!
¡Guelte! No entiende Sancho y
uno le muestra una bolsa llena de dinero. Sancho, con un gesto, les
responde que no tiene un céntimo y prosigue su camino. Es entonces
cuando lo reconoce su vecino Ricote, que se abraza a él y le cuenta
su historia.
Se
paran todos a comer, y Sancho comprueba que los peregrinos van bien
proveídos de todo, de pan, sal, nueces, queso, jamón, aceitunas y
hasta cavial, “hecho de huevos de pescados”. Cada
peregrino llevaba, además, su bota de vino. Chocando la mano con
Sancho, de cuando en cuando uno le decía:
-Español
y tudesqui, tuto uno: bon compaño.
Y Sancho respondía:
-¡Bon compaño, jura Di!
Le
cuenta luego Ricote: “Juntéme con estos peregrinos, que
tienen por costumbre de venir a España muchos de ellos cada año a
visitar los santuarios de ella, que los tienen por sus Indias”.
Recorren
toda España y “al cabo de su viaje salen con más de
cien escudos de sobra, que, trocados en oro, o ya en el hueco de los
bordones o entre los remiendos de las esclavinas o con la industria
que ellos pueden, los sacan del reino y los pasan a sus tierras”.
Pues
sí, ya lo ven. La picaresca no la hemos inventado nosotros. Hace
siglos que los alemanes la practicaban con indudable éxito. ¡Y ya
eran entonces nuestros amigos! Español y tudesqui, ¡tuto uno! Buen
compaño, el español. Tú traer oro y plata de Indias y nosotros
llevarlo de camuflaje sin necesidad de correr riesgos por inhóspitos
mares. Nosotros mover bolsa con dineros; vosotros tener santuarios
buenos para nosotros...
¿Existe
un determinismo histórico que señala el rumbo de los pueblos?
¿Tendencias profundas que marcan modos de ser y de actuar que van
más allá del individuo? ¿Por qué Alemania (sus bancos, su
gobierno, muchos alemanes) actúa hoy con la misma engreída
picaresca y engaño que estos tudescos cervantinos? ¿Por qué
seguimos consintiendo que, mediante miles de artimañas y mentiras
financieras y políticas, sigan expoliando nuestra riqueza,
haciéndonos trabajar más cada día para rescatar sus bancos,
arrojando al paro a millones de españoles? Sí, Rajoy y Merkel,
¡tuto uno!
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