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jueves, 12 de diciembre de 2013

ESPANYA CONTRA ESPAÑA


(Foto: S. Trancón)


El título: “Espanya contra Catalunya, una mirada històrica”.
Subtítulo: “Espanya contra España, o Catalunya contra Cataluña, una provocación histriónica”.

Se está “celebrando” en Barcelona un congreso o simposio bajo ese título. Sus organizadores son el Centre d’Història Contemporània de Catalunya (CHCC), organismo que depende del Departamento de Presidencia de la Generalitat, y la Societat Catalana d’Estudis Històrics (SCEH), integrada en el Institut d’Estudis Catalans (IEC), institución subvencionada por la Generalitat desde el restablecimiento de la autonomía en Cataluña. ¡Cuánta sigla, cuánto pícaro y cuánto oportunista metido en el negocio independentista! Porque esto cuesta dinero, y el dinero sale de las arcas públicas. Arcas públicas que están vacías, pero que deben de tener un doble fondo de reptiles del que se van sacando, como conejitos blancos de una chistera, esos dineros escurridizos. Y mientras tanto los hospitales, los colegios, las farmacias... Bueno, pero dejemos esta manida consideración y vayamos al meollo.
Fíjate en este detallito, amigo leyente o lector dilecto: Escriben “Espanya” en lugar de “España”. Los mismos que nos han obligado estúpida y oficialmente a escribir “Lleida” en lugar de “Lérida”, esos mismos no respetan el “España” y lo catalanizan. Lo hacen con una clara voluntad de desprecio lingüístico, pero no se dan cuenta del fallo freudiano que encierra este intento de borrar la existencia de España, incluso en la grafía: la catalanizan.
Pues sí, efectivamente existe una Espanya a la que se quiere negar, pero que acaba colándose por la puerta del inconsciente. En lenguaje más castizo: dime lo que rechazas y te diré quién eres. Dime lo que obsesiva y compulsivamente niegas y tratas de destruir, y te diré lo que inconscientemente admiras; porque no puedes dejar ser el que eres. Puedes negar al padre, a la madre e incluso a tus hijos, pero seguirás teniendo un padre, una madre y unos hijos. Puedes cambiarles de nombre, incluso hacerles la cirugía estética y ponerles otra cara, hasta colocarles la nariz en el cogote y transformarlos en fantoches, pero seguirán ahí, vinculados a ti, convertidos en una pesadilla.
Digo que Espanya existe en Catalunya, lo mismo que Cataluña en España. El empeño de esos seudohistoriadores, disfrazados grotescamente de expertos, propagandistas fulleros y peligrosamente engreídos, pone de manifiesto un problema que entra dentro de la psicopatología individual y colectiva: se explica mejor desde el mecanismo freudiano de la negación/denegacion, que desde inútiles esfuerzos documentales o históricos. Se trataría de analizar e interpretar complejos emocionales que afectan tanto a experiencias individuales como a sentimientos colectivos. Lo nuevo es la capacidad que tienen hoy los medios masivos de propaganda de convertir la patología individual en psicopatología colectiva. Están en ese empeño y no lo minusvaloremos, lo pueden conseguir. El nazismo era un delirio, pero arrastró a millones de seguidores. La gracia acabó con más de 40 millones de muertos.
Pretender desenmascarar esta mascarada con argumentos históricos y raciones es inútil. Ya lo dijo el portavoz de este conciliábulo: el título “es una realidad absolutamente incontestable”. Al fanatismo le gustan las frases rotundas. Pero no entremos al trapo, no intentemos rebatir todas y cada una de las mentiras insultantes, ofensivas y provocadores que saldrán de boca de los ponentes, emulándose unos a otros para mostrar quién es más atrevido. Ocurre con esto como con la paranoia de las conspiraciones. Cuanto más absurdas, más eficaces. La fe, cuanto más irracional, indemostrable e inconcebible, mejor, mayor consuelo otorga a sus creyentes, porque tiene más mérito convertirse en sus seguidores.
Sólo me queda añadir una pequeña postdata: ¡cómo me cabrea que con el dinero de mis impuestos estos vividores e intoxicadores monten su sarao ultranacionalista! Eso sí que es robar. Si se lo pagaran de su butxaca, pues allá ellos. Pero su amor a la patria parece que no llega a tanto.

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