La historia, cuya veracidad fundamenta en el testimonio
de Juan Magno, arzobispo de Upsala, la sitúa Torquemada en unas montañas del
reino de Suecia. Sucede así: la hermosa hija de un hombre rico salió una tarde
al campo con sus amigas y se adentró en un espesura donde se topó La
cuida como a una princesa, cazando venados para ella, hasta que unos cazadores
se encuentran con la bestia y logran matarla, liberando a la joven de su dulce
cautiverio. Al poco tiempo, “sintiéndose preñada y esperándose que había de
parir algún notable monstruo, parió un hijo que ninguna cosa sacó de su padre”,
salvo el “ser un poco más velloso” que otros hombres. “Criándose con diligencia
y cuidado”, se convirtió en un hombre valeroso y temido, “y teniendo noticia de
los cazadores que habían muerto al que lo había engendrado, les quitó la vida”,
por cumplir con “la obligación de vengar la muerte de su padre”. De su linaje
procedían los suevos. con un oso “de demasiada
grandeza”, que se la llevó en brazos “sin hallar resistencia ninguna”. Su
primer impulso fue comérsela, pero Dios no lo permitió y el oso, movido por un
instinto bien diferente, la metió en una cueva y allí “toda su crueldad se le
volvió en un amor entrañable”. Después de pacientes carantoñas, logra la fiera
que la joven, “aunque no por su voluntad”, consienta en tener “sus
ayuntamientos libidinosos con ella”.
Pues sí, ya lo ven, el mito de la bella y la bestia
(menos edulcorado que en el cine) tiene origen leonés. No necesitamos
inventarnos, como hacen los independentistas, delirios provocadores como que Cervantes o Santa
Teresa eran catalanes; basta con que leamos a nuestros autores olvidados, como a
este astorgano, para descubrir historias tan fantásticas como ésta. Ahora que
estamos en época de revisión del callejero bien se merecería Antonio de
Torquemada una calle en su patria chica y en Benavente (donde vivió), desplazando
a algún que otro energúmeno que todavía figura en el santoral viario. De paso,
bien estaría reivindicar su condición de judeoconverso, junto a muchos otros,
como nuestro admirado fray Bernardino de Sahagún.
http://www.lanuevacronica.com/king-kong-nacio-en-astorga
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