Muerte
civil: condenar a alguien al ostracismo, al desprecio y el olvido cuando aún
está en vida. Pero hay también una muerte civil póstuma. Se puede seguir
matando a alguien después de muerto. Rematarlo. A Cervantes lo condenaron a la
muerte civil literaria en vida, Lope y los lopistas a la cabeza. Por envidia,
por judeoconverso, porque no se arrimó a ninguna camarilla ni mendigó el elogio
interesado de nadie. Pero peor ha sido su muerte póstuma. Tuvieron que ser los
ingleses, y luego los alemanes, quienes lo resucitaran. Gracias a ellos se ha
convertido en el escritor más importante de la historia. Se le añade Shakespeare,
con la diferencia de que El Quijote
lo sigue leyendo todo el mundo, lo que no ocurre con Shakespeare. Oficialmente aquí, sin embargo, Cervantes sigue siendo un proscrito, él y
su obra, por más premios, alharacas y aspavientos con que se pronuncie su
nombre.
La prueba más vergonzante es el interés que
ha suscitado el IV centenario de su muerte. Todavía ni sabemos qué es lo que el
Ministerio de Cultura ha programado. El español más universal, el más conocido,
no despierta atención alguna por parte de un Gobierno que ha despreciado tanto
a la cultura que sólo por este mérito debería desaparecer de escena. Pero quizás
sea más irritante ver cómo se justifica este desdén, esta incuria, esta
injuria, este menosprecio.
José
Pascual Marco es Director General de Política e Industrias Culturales y del
Libro. ¡De Industrias Culturales! Pues ha dicho que hay 131 actos programados
pero que no los podemos conocer por “no estar aún abierta al público ni
preparada la página web específica”. Más alucinógenas han sido las explicaciones
del secretario de Estado de Cultura, J. M. Lassalle. Dice que no se ha querido
“politizar la figura de Cervantes”. ¿Politizar? ¿A qué se refiere? Traduzco: Que no se ha querido
“provocar” a los nacionalistas, en especial a los catalanes. Esta reserva
eufemística encierra una cobardía deleznable: Cervantes es España. Celebrarlo,
exaltarlo, homenajearlo, es reconocer a España, al idioma español y, por lo
mismo, a la realidad nacional española. ¡Eso es politizar a Cervantes! Así que
mejor no hacer nada y disimular.
Prosigue: Que se ha huido de “una fasta conmemoración” y se ha sustituido
el “modelo tradicional” por “un modelo más participativo, comunitario y
deliberativo”, “más abierto y flexible”, “transversal, descentralizado y
democrático”, “innovador, libre y sin jerarquías”. Frente a los británicos con
Shakespeare, “hemos optado por algo más moderno”, “una nueva fórmula y
filosofía de las conmemoraciones”. Ya ven, Lassalle se ha pasado a Podemos.
¡Cómo se contagia la nueva jerga! Añádanlo a lista de los necios... ¡Fasta
conmemoración!...
Cameron anunció a primeros de año
que el centenario de Shakespeare se celebrará en 141 países. El Britsh
Council organizará en España medio centenar de actos. En Oxford estudiarán la
influencia de Cervantes en Shakespeare. Aquí van a dedicar (¡ya veremos a qué!)
3,5 millones. Colau se gastará la mitad de esa cantidad en realizar encuestas,
y el juez le ha puesto 3 millones a Rus de fianza. ¡Comparen! Con que se dedicara
el 1% de la última trama corrupta de Valencia nos conformaríamos.
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