Conversación tranquila de @jmfrancas con Santiago Trancón. Profesor y escritor, ha publicado una docena de libros, el último, «España sentenciada, pero no vencida».
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JMF: ¿Qué tuviste que ver con el ‘Manifiesto de los 2.300’?
ST: Fui su autor, lo redacté de un tirón después de hablar con el poeta Carlos Sahagún y el sindicalista José Luis Reinoso. Federico Jiménez Losantos introdujo luego un pequeños párrafo. Empezamos a difundirlo a partir de un grupo de socialistas y dirigentes de UGT en Santa Coloma de Gramanet. Antes habíamos logrado que Amando de Miguel encabezara a los primeros firmantes.
JMF: ¿Hace 40 años ya se veía el problema?
ST: Se empezaron a dar los primeros síntomas, y nuestro mérito fue el detectarlos y ver qué es lo que había detrás, que no era otra cosa que el proyecto independentista en su fase embrionaria, que pasaba en primer lugar por el control de la enseñanza y la administración, imponiendo el catalán por las buenas o por las malas.
JMF: ¿Ya imponían?
ST: Se empezó a imponer de muchos modos, presionando, señalando a los que nos resistíamos, creando en los centros escolares un ambiente contrario a todos los que nos oponíamos a dar las clases en catalán. Luego vinieron las normas y las leyes, empezando por la exigencia de alcanzar un nivel suficiente de catalán para poder acceder al concurso de traslados en el caso de los profesores, y ya no entró nadie en la administración pública si no dominaba el catalán. Al mismo tiempo se negó toda ayuda a la cultura y a los medios de comunicación que no se expresaran en catalán. Se fue creando el cerco para ir expulsando al español y a los hispanohablantes. El PSUC y el PSC hicieron el trabajo sucio. A mí me expulsaron del PSC, por ejemplo.
JMF: ¿El PSUC también?
ST: El PSUC era el que tenía más implantación y fue el más beligerante. Incluso convenció a Pujol para que no aceptara organizar las aulas en función de la lengua materna de los niños, lo que podía haberse hecho sin ningún conflicto, y lo que hubiera supuesto un ejemplo real de convivencia e intercambio lingüístico y ser la base del bilingüismo. No, lo que se buscaba era el monolingüismo, porque la construcción de la nación catalana se debía hacer sobre la base de la lengua, la seña de identidad fundamental. El elemento más discordante con ese proyecto eran las masas de obreros hispanohablantes, por eso había que empezar porque sus hijos hablaran el catalán y dejaran el español. El PSUC tenía una gran implantación precisamente en esos barrios obreros, así que fueron ellos los mejor preparados para anular cualquier resistencia.
JMF: ¿Qué sentido tenía hablar del catalán como lengua propia? Deja al castellano como impropia…
ST: Bueno, los independentistas han sido maestros en el uso del lenguaje, en introducir conceptos como ese de la lengua «propia» que ha tenido tanto éxito. Claro, si hay una lengua propia de un territorio, eso significa que cualquier otro es impropia, no natural, o sea, impuesta. Pero los territorios no tienen lengua, ni propia ni impropia, la tienen las personas, y la lengua propia de cada persona es su lengua materna. Por eso hicieron desaparecer enseguida el concepto de lengua «materna», algo que está reconocido por todos los organismos internacionales, pero que ha sido desterrado de Cataluña.
JMF: Tampoco me convence el de lengua vehicular… Una lengua si no es vehicular, ¿qué es?
ST: Es otro concepto ambiguo. De lo que se trata es de usar una u otra lengua como dominante en la enseñanza, el catalán o el español, respetando la lengua materna y propia de cada niño, y atendiendo así al deseo de los padres que siempre buscarán lo mejor para sus hijos, y lo que no quieren es que por culpa de la lengua puedan fracasar en su aprendizaje o sufrir un retraso escolar porque se les impone una lengua que no dominan. Hay algo de crueldad y desprecio a los hijos de los trabajadores a los que se les discrimina y cierra muchas posibilidades de desarrollo y luego de promoción social al imponerles el catalán como única lengua de la enseñanza.
JMF: Mejor lengua materna que no definir una lengua llamada ‘vehicular’ para todos, ¿no?
ST: Así es, y en el caso de Cataluña atender a las dos lenguas maternas dominantes, el español y el catalán.
JMF: Hace 40 años del manifiesto, ¿seguimos igual?
ST: Peor. Aquello fue el embrión, el huevo del dinosaurio que ya ha crecido y algunos se dan cuenta ahora, cuando despiertan, que «el dinosaurio ya estaba allí», como en el famoso minicuento de Monterroso. En mi libro «España sentenciada, pero no vencida», cuento y analizo todo el proceso, cómo todo se ha ido encadenando bajo el principio de «ni un paso atrás», «ni un pas enrere!”
JMF: Ha aparecido otro manifiesto, ¿tuyo también?
ST: Sí, también lo he escrito yo, lo que tiene el valor simbólico de unir el pasado y el presente, más allá de mi coherencia personal. Me pidió que lo escribiera un amigo, José Domingo, de Impulso Ciudadano, y tengo la satisfacción de que en una semana logramos enseguida reunir 500 firmas, entre las que están nombres muy conocidos y relevantes de la sociedad española, lo que nos reafirma en lo acertado de aquella denuncia inicial de 1981, y de la actual, 40 años después.
JMF: ¿Qué añades en este nuevo manifiesto?
ST: El centro de este nuevo Manifiesto no es Cataluña, sino España, porque el problema, aunque nunca fue sólo catalán, ahora ya afecta directamente a España, y no como un problema más, sino como un problema capital y decisivo, porque de lo que se trata es de que España permanezca como Nación y Estado democrático, o de que se trocee y desparezca como tal. Lo que está en riesgo real es la unidad y la igualdad de todos los españoles, o sea, el triunfo de los demócratas constitucionales, o el de los antidemócratas separatistas y totalitarios. Este enfrentamiento es agudo en el interior de Cataluña, pero se extiende a toda España, y no se podrá resolver en Cataluña si al mismo tiempo no se encara y resuelve en toda España.
JMF: ¿Siempre me ha chocado que la izquierda flirteara con el separatismo? Cómo lo explicas?
ST: Porque gran parte de esa izquierda proviene de una clase media y alta bien acomodada, propicia para interpretar los principios y valores de la izquierda según sus intereses. Eso ha llevado a algo insólito hoy en Cataluña, que los dirigentes de la CUP y de ERC, y de la mayoría del PSC, provengan de las clases más ricas y acomodadas. La revolución independentista es la revolución de los ricos. La jugada maestra es que estos mismos se hayan apropiado de la izquierda para así anular por completo cualquier oposición y rechazo de los trabajadores o las clases menos favorecidas. Es esperpéntico que la burguesía catalana se proclame de izquierdas, pero la farsa les funciona muy bien. Algo parecido ha pasado en el PSOE y Podemos, que han pervertido el lenguaje de la izquierda y por eso resulta tan difícil que surja un partido de izquierdas nacional y español, sin complejos, que desenmascare a tantos vividores y oportunistas.
JMF: Pues un partido así es del todo necesario. Gracias Santiago, un abrazo y mucho ánimo.
ST: Gracias a ti.
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