No
hace mucho escribí un artículo titulado “La hora de los cabestros”. Vuelvo
ahora con la hora de los necios para ajustarla al huso horario del verano y no
perder el hilo con que me devano los sesos tratando de comprender qué sucede a
mi alrededor. Y a mi alrededor sucede que se suceden muchos necios, necios de
profesión y en procesión, pasando delante de mis ojos, que para eso se inventó
la pantalla doméstica, para domesticarnos y acostumbrarnos a la necedad como lo
más propio de la especie humana, en especial la especie política, una variedad
acendrada de la especie humana en extinción.
Necedad y
falta de coraje
Defino
y me defino, para que se me entienda mejor. Digo necio, a lo cervantino, por
ser palabra “sonora y significativa”, un precipitado semántico que nace del
desnate de ignorante, incapaz, terco y obtuso. Me ahorro así el insulto crudo,
que queda mal en estos tiempos de pura impostura, de compostura televisiva y
mediática, de ten mucho cuidado con meter la pata o decir una palabra más alta
que otra. Entro así en la cara oculta de
los necios, a la que ellos llaman prudencia, y que no es otra que la faz de la cobardía,
una pusilanimidad que maquilla su turbia palidez con astucia, moderación y cautela. Quiero
decir que entre las muchas clases de necios, me refiero aquí a los que lo son,
sobre todo, por falta de coraje. Ya dijo
Félix de Azúa que “el pensamiento, como el arte, no es asunto
que dependa de la inteligencia, sino del coraje”.
Así que
hablo de los necios de la política, o mejor, de los políticos necios, los que son incapaces de pensar por falta de
coraje. Se piensa para buscar la verdad, y la verdad exige, en primer
lugar, coraje, porque rara vez la verdad es precavida, acomodaticia, timorata o
cautelosa. La verdad, la pura verdad, es casi siempre atrevida, y por eso tiene
tan pocos seguidores. Es la verdad la que vuelve más cobardes a los cobardes,
que no hay mejor modo de desenmascarar a los taimados que ponerles ante el
espejo de la verdad. ¿Y cuál es hoy, aquí y ahora, la verdad que ciega y atonta
a los necios, esa legión adormecida y adormecedora que vive acomodada y
protegida tras la burbuja de la política?
El orden
constitucional ha desaparecido hoy en Cataluña
La cruda verdad es que el orden
constitucional ha desaparecido hoy en Cataluña, un hecho que pone de
manifiesto la incapacidad del Estado, como poder último regulador de las
relaciones sociales, de defender la integridad territorial, política y jurídica
de la España democrática, espacio del
bien común y garantía de la igualdad de todos los españoles. Y todo esto se
ha perpetrado mediante un golpe de Estado prolongado y consentido que anuncia
públicamente el día en que establecerá una ley marcial, un bando con el que empujará
a media Cataluña a votar un referéndum que legitime el establecimiento de un
nuevo orden. Una legitimación de la
tiranía que sólo los necios dudan en calificar como lo que es: la deriva
natural del nacional-fascismo catalanista.
Está
claro que el actual club de necios que hoy manda en nuestro país (de políticos
a jueces, de periodistas a empresarios), jamás luchó contra el franquismo ni
entendió qué fue y cómo actuó, pues de lo contrario no dudaría hoy en calificar
al separatismo como un movimiento de profunda raíz antidemocrática y
totalitaria, contra el que sólo cabe la lucha abierta y con determinación, pues
no hay más que una salida: o triunfa la
sedición o ganamos los demócratas imponiendo de nuevo el orden constitucional
en Cataluña.
PP, PSOE y
C’s, responsables de anestesiar a los ciudadanos
Llamo
necios especialmente a quienes debieran tener las cosas claras: PP, PSOE y C’s, hoy titubeantes,
responsables de anestesiar a los ciudadanos con su política de apaciguamiento,
componendas, traición y prevaricación. Incapaces de defender los derechos y
libertades de todos los españoles, y especialmente de los catalanes. Mientras
los independentistas ya hablan sin tapujos, olvidando la ambigüedad calculada,
o sea, el cinismo, y, sobre todo, cuando actúan pasándose por la ingle las
resoluciones y mandatos del Tribunal Constitucional (¿cuántas resoluciones
lleva dictadas que se disuelven en el aire como humo?), hete aquí que los
pusilánimes reculan ante su obligaci
ón de cumplir y hacer cumplir la ley.
Dice Puigdemont: “Nos tienen miedo y más les daremos”.
Lo ha dicho públicamente, retando a los poderes del Estado, y esta amenaza no
provoca ni una sola reacción. ¡Y siguen defendiendo que su movimiento es
pacífico y democrático y que no hay que provocarlos! ¡Pacíficos de cuidado!
¡Cuidado con la fiera, no vaya a enfadarse! Sánchez ha dicho que aplicar el 155
crearía más independentistas. La
Constitución crea independentistas, ¡suprimámosla! Y España. ¡Acabemos con
España, que es una fábrica de independentistas!
Voy
a señalar, por último, hasta qué punto nuestros políticos y opinadores y
politontólogos y hasta jueces respetados, han perdido el rumbo, y cómo nos
marean con la aguja de marear la perdiz. Dicen que la Ley del referéndum y de
Transitoriedad es “un bodrio y un disparate jurídico” (Felipe González), y que “si
vulneran la Constitución habrá que dar una respuesta”(Aznar: reparen en el
condicional). La opinión de Rajoy y su corte ya la conocemos, “no habrá
referéndum”, “mientras yo”... También hay juristas que se afanan en detallarnos
todos los “fallos jurídicos” de la norma, su falta de claridad y precisión en
tal o cual artículo, etc.
Estado de
excepción: el toque de queda de la democracia
Pero
vamos a ver: no hace falta ser jurisprudente, ni mini o plenipotenciario, ni ex
presidente, ni jefe de opinión, sino necio, para no darse cuenta de que eso que llaman Ley no es otra cosa que la
declaración de un estado de excepción, la suspensión de cualquier garantía
constitucional, una orden manu militari que establece el toque de queda de la
democracia y obliga a su cumplimiento mediante la amenaza y la coacción;
que no es más que un burdo artilugio para declarar el asalto definitivo al
poder con la esperanza de que su mera proclamación acojone y paralice al enemigo;
que no merece un segundo de análisis o
consideración jurídica, porque el mero hecho de hacerlo ya le otorga un
valor y un reconocimiento inadmisibles.
La incapacidad para salirse del marco
mental impuesto directa o indirectamente por los independentistas (nación,
plurinacionalidad, referéndum, derecho a decidir, voluntad del pueblo catalán, legitimidad,
federalismo, reforma de la Constitución, blindaje de competencias, etc.); no
entender que se pierde la batalla desde el mismo momento en que se acepta ese
marco y ese lenguaje…, a eso llamo yo necedad supina, indefensión y rendición
anunciada.
Tranquilos, que “España no se va a
suicidar”, ha sentenciado engoladamente González, como si no estuvieran ya los
ciudadanos aceptando la cicuta diaria que le ofrecen los políticos y los medios
de comunicación. Y Zapatero, partidario también de meterse ahora en el
pantano de la reforma constitucional, declarándose “permanentemente
reformista”, como si la Constitución fuera una ordenanza municipal sobre el tráfico
de camellos.
Dos
postdatas: Rivera y el secesionismo en Alemania e Italia
P.D.1. Me olvidaba de Rivera, el
aspirante más cualificado para llevarse el premio al mayor necio del reino.
Dice que él “trabaja para que no haya que aplicar el 155” porque eso será
“darle un titular fantástico a los nacionalistas”. Como si la celebración del
referéndum y su resultado (mayoría aplastante) no fuera el más fantástico
titular al que aspiran los independentistas. ¡Mayoría aplastante a pesar de
todos los obstáculos y amenazas del Estado opresor! ¡Toma titular, Riverilla! Y
sigue el pitoniso de la Barceloneta: “Hasta Puigdemont sabe que no habrá
referéndum”. Pues yo te digo lo que habrá: un
avance casi irreversible hacia una independencia de hecho. ¡Pero si no
dejan de decirte que esto es un proceso!
Darán un paso adelante, pase lo que
pase, y de lo que pase sabe mucho Rajoy, o sea, nada de nada. En su
delirio, Rivera ya ve a Arrimadas como presidenta de la Generalidad. Lo dicho,
el primer premio, y por mayoría aplastante.
P.D. 2. Miren cómo acabó el intento de referéndum secesionista del Estado Libre de Baviera (lo fue hasta
1949). Resolvió el Tribunal Federal de Alemania: “En la República Federal de
Alemania, que es un Estado-naci
ón basado en el poder constituyente del pueblo alemán,
los Estados no son dueños de la Constitución. Por lo tanto, no hay espacio bajo la Constitución para
que los estados individuales intenten separarse. Esto viola el orden
constitucional”. Sentenció y se acabó la discusión. ¿Se imaginan que Baviera
hubiera tirado la sentencia a la papelera y estuviera a las puertas de realizar
un referéndum?
Segundo
ejemplo: La Corte Constitucional de Italia, sobre el intento de secesión del Véneto, estableció en 2015 “la
inconstitucionalidad del referéndum sobre la
independencia de una hipotética república veneciana por ser contrario con el principio de unidad e indivisibilidad de la
República”. Resultado: el pueblo soberano de Venecia está a punto de
proclamar unilateralmente la independencia de la República Veneciana… Alemania
e Italia, ya se sabe, son Estados opresores, como bien demuestra el hecho de
que Hitler y Mussolini siguen vivos.
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