La conciencia depende de la energía.
La conciencia emerge de la energía, como los colores de la materia al ser atravesada por la luz.
El color “emana” de la materia al absorber las ondas y partículas de la luz.
Nuestro cuerpo absorbe la energía que llega del universo y de él “emana” la conciencia.
La conciencia emerge de la energía, como los colores de la materia al ser atravesada por la luz.
El color “emana” de la materia al absorber las ondas y partículas de la luz.
Nuestro cuerpo absorbe la energía que llega del universo y de él “emana” la conciencia.
Los diversos niveles de conciencia dependen de la cantidad de luz y energía que recibimos del cosmos y de la absorción que de ella realiza nuestro ser.
Según el tipo de energía que recibimos, absorbemos o dejamos que nos traspase, así nuestro nivel y tipo de conciencia. Quien está encerrado en sí mismo y construye un escudo, una pantalla para protegerse, acaba ahogándose dentro de su propia coraza, como el coleóptero Gregorio Samsa.
La conciencia es el color, algo que no existe en la materia, pero que emana de ella.
Viene del vacío. Dice el budismo: “El color es lo vacío y lo vacío el color”.
La conciencia es una vibración, una tonalidad de energía.
Estamos rodeados de conciencia, de vibraciones de energía.
Somos receptores y repetidores de energía. Difundimos a nuestro alrededor las vibraciones de la energía que en cada momento absorbemos, nos agita y traspasa.
La energía es algo más que la materia o la masa. La materia es energía compacta, pero la energía es mucho más que materia. Es también la antimateria, la materia oscura y la energía oscura, ese mundo del que empezamos a saber algo, pero que sólo podemos expresar mediante metáforas y números.
E=mc2: No hay fórmula matemática más mística, esotérica o cabalística, porque no hay modo de definir ninguno de sus términos. La energía es la masa a la velocidad de la luz al cuadrado. ¿Dónde acaba la masa y empieza a transformarse en energía? ¿Cómo lo hace, como se transforma, y en qué? ¿Y la luz? Es onda y partícula… ¿Y cómo puede eso ir a velocidad alguna? Pero podemos traducirlo en números, y entonces pues sí, hacemos predicciones y se cumplen. Eso es todo. Pero no hay modo de saber “realmente” qué es eso de la energía, la luz, la masa, la materia, la materia oscura, la antimateria y la energía oscura.
Si miramos con un microscopio potentísimo acabamos descubriendo la nada, el vacío. Este es nuestro lenguaje, el de hoy, el que sustituye a otros del pasado que quisieron decir lo mismo. Parece frío y objetivo, pero no es nada si no nos lleva hacia ese lugar de la conciencia que todo lo ilumina y da sentido. El lugar del “conocimiento sin palabras”, porque también se puede pensar y conocer sin palabras. Parece difícil, pero es algo de lo que todos tenemos experiencia.
Recuérdalo, amigo, e inténtalo.
Recuérdalo, amigo, e inténtalo.
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