(Foto: L. A. Gil)
Haz lo que haces.
Si al hacer algo estás pensando en otra cosa, ya no estás haciendo lo que haces.
Para hacer lo que haces, sólo tienes que pensar en lo que haces.
Si piensas en otra cosa, es que no quieres hacer lo que haces.
Lo primero que tienes que hacer, es querer hacer lo que haces.
Si no puedes poner toda tu atención en lo que haces, debes resolver el conflicto entre querer hacer y no querer hacer lo que haces.
Los motivos para hacer algo pueden ser muchos, pero una vez que se empieza a actuar, la atención se centra en el hacer, no en los motivos.
Lo más importante es hacer lo que estás haciendo en cada momento.
Haz aquello que realmente deseas hacer en cada momento.
Haz lo que haces porque quieres, no por obligación.
Para querer hacer algo, hay que tener razones y motivos.
No hay que confundir razones con motivos. Las razones son mentales; los motivos, emocionales.
Las razones, cuanto más claras, mejor. Los motivos, cuanto más conscientes, mejor.
Aclara tus razones, toma conciencia de tus motivos.
Para hacer lo que haces, tienes que tener una razón clara y un motivo suficiente que te impulse.
La acción se sostiene con la voluntad. La voluntad y la determinación surgen cuando los motivos y las razones van juntos y se refuerzan mutuamente.
No hacer es tan importante como hacer. Para dejar de hacer, tienes que tener también razones claras y motivos suficientes.
Haz lo que haces, lo que quieres hacer.
No hagas o deja de hacer, lo que no quieres hacer
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2 comentarios:
Que tal Santiago.Me gusta esta especie de trabalenguas,besos.EMI
Muy buena reflexión. Realmente motiva para hacer lo que se debe.
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