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lunes, 16 de enero de 2012

LA PINTURA CUÁNTICA DE DAN KOFLER




He He aquí cuatro muestras de la última serie de cuadros pintados por Dan Kofler (también conocido como Dino del Monte), el personaje protagonista de mi libro "Memorias de un judío sefardí". Me alegro mucho de que, bajo el estímulo de estas "Memorias", Dan Kofler haya reanudado su actividad pictórica con la pasión y la creatividad que estos cuadros muestran.

Las fotografías apenas reflejan la gran variedad de tonos, colores, masas, formas y líneas que se funden, superponen y entremezclan creando en el cuadro una profundidad que, me atrevo a decir, no encontramos en ningún otro pintor contemporáneo. Es una de los rasgos más originales de la pintura de Dan Kofler.

El reto de la pintura sigue siendo cómo lograr, a partir de una superficie bidimensional y estática (el lienzo), que el ojo vea un mundo pluridimensional y en movimiento. Frente a la mayoría de la pintura contemporánea, que no es más que impostura y engaño, esta pintura se plantea cómo transformar el espacio plano en un espacio multidimensional (no sólo tridimensional, como logró el Renacimiento, para "engañar" al ojo con la perspectiva). Se incorpora aquí al cuadro el espacio-tiempo y se sugieren otras dimensiones, que aparecen "enrolladas", "mezclándose", "superponiéndose" y "expandiéndose" hacia adentro del cuadro (hacia el infinito)y hacia afuera, hacia los lados y hacia el espectador (el ojo del espectador), sin límites precisos, tal y como ocurre en el universo.

Sabemos que existen al menos diez dimensiones que se hallan "mezcladas" con las cuatro que conocemos, como conteniéndose unas en otras, algo para nosotros inimaginable. Eso da lugar a universos relacionados entre sí, cada uno formado por dimensiones diferentes. Pero no sólo ese multiuniverso es para nosotros un misterio: lo es también el nuestro, del que apenas conocemos una mínima parte, la materia y la energía física, y desconocemos lo demás, o sea, casi todo, a lo que llamamos materia y energía oscura.

La pintura de Dan Kofler se adentra en estos misterios y trata de atisbar qué puede haber ahí, más allá o a nuestro lado: eso a lo que sólo podemos acercarnos mediante el conocimiento silencioso que proporciona el arte, la meditación o los estados de conciencia acrecentada.

No podemos hablar de "pintura abstracta", expresión que ha servido de coladero para vendernos basura de todo tipo (gestual y mental), por arte. Tampoco de "pintura figurativa" o "representativa", pues el autor no busca para nada hacer de espejo o cámara fotográfica para reproducir lo que perciben cotidianamente nuestros sentidos.

Tampoco tiene esta pintura nada que ver con el mito de las "nuevas tecnologías", como si la máquina pudiera sustituir a la mano o a los materiales físicos que el pintor transforma en formas y colores, la fuerza y el espesor de los sentidos implicados en la elaboración del cuadro, el cuerpo que siente, el ojo que no sólo quiere mirar, sino ver lo invisible e impalpable... No, toda esta pintura nacida de los medios tecnológicos acaba siendo incapaz de salirse de la bidimensionalidad del cuadro, por más 3D que se le incorpore, porque le falta la realidad física y orgánica que el cuadro-pintura contiene y expresa.

No he encontrado mejor forma de definir esta pintura de Dan Kofler que llamándola "pintura cuántica", porque trabaja sobre lo que la física cuántica nos dice que es el mundo, una realidad construida por la mirada del observador y con algo tan indefinible como son las partículas subatómicas, que se mueven entre dimensiones que no podemos percibir ni apenas concebir.

Somos energía consciente que se encapsula en un cuerpo y esa energía viene del fondo del infinito y va hacia el infinito. De ese viaje inconcebible nos habla esta pintura, por eso el cuadro está en constante movimiento y el ojo ve a esos seres etéreos saliendo de entre la materia flotante e informe y disolviéndose a la vez en ella. Hay dramatismo, incertidumbre y a la vez goce en los gestos de estos seres. Es la parte humana del cuadro, y por eso nos interesa y conmueve.

(Aconsejo a mis mejores amigos que adquieran uno de estos cuadros para comprobar por ellos mismos la fuerza secreta que esta pintura contiene. Estoy seguro de que el tiempo me dará la razón cuando afirmo que Dan Kofler es uno de los pintores más importantes del momento, muy por encima de la mayoría de los más afamados, no por desconocido menos extraordinario y original).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo diría que la pintura de Dan Kofler tiene también una "tonalidad cósmica", en el sentido pictórico y musical del término, en esa conjunción creativa que él -como pintor y músico- sabe aunar.


Macarena Luna