Dime qué piensas y te diré quién eres.
Dime cómo piensas y te diré qué sientes.
Dime en qué piensas y te diré qué haces.
Los pensamientos determinan lo que hacemos y lo que sentimos.
Sólo hay una cosa que de verdad podemos controlar: los pensamientos conscientes.
Al pensamiento inconsciente no tenemos acceso directo.
La mayor parte de nuestros pensamientos son automáticos e inconscientes.
Sólo podemos influir y dominar una pequeña parte de nuestra actividad cerebral: la actividad consciente.
Pero esa pequeña parte es fundamental, porque ahí reside nuestra libertad y nuestra posibilidad de cambio.
Todo lo que puedo hacer libre y voluntariamente pasa por mis pensamientos conscientes.
No tenemos control directo de nuestro cuerpo, ni de nuestras percepciones, reacciones o emociones.
Sólo tenemos la posibilidad de controlar una pequeña parte de nuestros pensamientos conscientes.
Si sólo puedo de verdad controlar mis pensamientos conscientes, nada más importante para mí que concentrar mi atención en esos pensamientos para analizarlos, valorarlos y cambiarlos siempre que la realidad me lo exija. Lo más importante es ser conscientes del gran poder e influencia que tienen esos pensamientos cuando se convierten en creencias, en prejuicios, en dogmas, en ideas recurrentes, compulsivas y obsesivas. Esas ideas a las que otorgamos una validez absoluta e incuestionable.
Si haces una lista y te paras a pensar en esas ideas fijas, incuestionables, recurrentes, verás que no merecen ocupar el lugar que ocupan en tu mente, que les has otorgado un poder que no merecen.
Vivir es ser consciente. Cuanto más renuncies a dominar tus pensamientos, menos vives.
No vives para alimentar a tus pensamientos; tus pensamientos viven para alimentar tu vida, para dominar tu vida.
1 comentario:
Y quizá no se trate sólo de 2 lugares distintos dentro de nuestra mente, sino de cuánto de lo que sucede ahí somos capaces de notar...
Así mientras mayor atención prestas, a mayor universo de procesos accedes.
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