Como dije, Sem Tob vivió en la época de Pedro I, al que
dedica sus coplas. Reflejo de este momento es este texto que encontramos al
final del Vidduy:
"Hemos pecado más que cualquier otro pueblo, estamos más
avergonzados que cualquier otra nación, se ha marchado de nosotros la alegría,
nuestro corazón está doliente por nuestros pecados; han sido reducidos a la
nada nuestros ayes y hemos sido despojados de la gloria; la ofrenda de nuestro
santuario ha sido destruida por nuestra culpa; nuestra aldea ha sido convertida
en desolación; nuestra hermosa tierra ha pasado a extranjeros, nuestro vigor, a
extraños; ante nuestros ojos han usurpado nuestra hacienda, unas gentes más
talludas y de bruñida piel que nosotros, y nos han impuesto su yugo, que
cargamos sobre nuestros hombros; esclavos señorean en nosotros sin que haya
quien nos libre de su mano; muchas tribulaciones nos rodean; te llamamos,
Señor, Dios nuestro, pero te has alejado de nosotros por nuestros pecados; nos
hemos apartado de seguirte y hemos andado errantes como ovejas y nos hemos
perdido”.
En el Vidduy, el rezo del día del perdón (Yom Kippur), Sem
Tob repite la idea de que ha sido el pecado el origen de todos los males del
pueblo judío. Lejos de culpar sólo a los enemigos, los judíos han mirado
también hacia sí mismos, tratando de encontrar en su propia conducta la causa
de tantas persecuciones. Aunque Sem Tob siga una larga tradición, podemos
encontrar en sus palabras ecos de la nueva situación en la que se hallaron
los judíos españoles a partir de la segunda mitad del siglo XIV.
Pero es su libro de Proverbios el que más nos interesa hoy. La
reflexión sobre la vida y el comportamiento humano ocupan el centro de sus Consejos
Morales:
Se torna sin detenencia la mar
mansa muy brava,
e el mundo desprecia hoy al que
ayer loaba.
Non a del todo cosa mala, nin
toda buena:
Más que suya hermosa, querría fea
ajena:
que el hombre non codicia si non
lo que no tiene,
el luego lo desprecia desde que a
mano le viene.
La idea de que el mundo está por
encima del hombre es quizás de las más originales. Lejos del teocentrismo, pero
también del antropocentrismo, dice:
El mundo no tiene ojo, nin
entiende hacer
a un hombre enojo nin a otro
placer.
Razona cada uno según la su
hacienda,
él non ha con ninguno amistad ni
contienda:
nin se apaga nin se ensaña, nin
ama nin desama,
nin ha ninguna maña, nin responde
ni llama.
Sobre la envidia llega a decir
que el hombre “non se tiene por harto sino con el hambre de otro”. Y añade:
Yo hallo en el mundo dos hombres
y non más,
e hallar nunca puedo el tercero
jamás:
un buscador que cata e non
alcanza nunca,
e otro que no se harta hallando
lo que busca”.
Sus comparaciones son sencillas y
eficaces: ninguna cosa puede crecer sin decrecer, como le ocurre a la luna; la
codicia es como el mar, sin orilla ni puerto; quien tiene las talegas llegas, “vaciará”
de seguridad sus venas; la mejor riqueza es el saber; tenemos dos orejas y una
lengua, para que escuchemos más que hablemos; de lo que más necesitamos es de
lo que más tenemos: el aire y el agua; no hay mal sin bien, ni bien sin mal; la
saeta llega sólo al presente, pero la escritura llega “más allá del mar ausente”.
La lengua de Sem Tob les
resultará muy atractiva a todos los serfardíes, pues su castellano está muy cerca
del que ellos aún conservan.
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