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viernes, 17 de abril de 2009

LO NUEVO Y LO NOVEDOSO

(Imagen: Manolo Jular)


Hace tiempo escribió Antonio Muñoz Molina un artículo irónico y brillante sobre la “tiranía de lo nuevo”. Expresa su deseo de que llegue pronto el día de la rebelión contra esa tiranía, “contra la coacción y la angustia de no quedarse atrás, de estar al tanto de las propuestas rompedoras, de las últimas tendencias, de lo nunca visto”. Habla del “miedo al anacronismo” y “la convulsión permanente de lo último”. Se refiere sobre todo al arte, donde esta tiranía convierte la estupidez en obra maestra. Basta ir a cualquier Museo de Arte Contemporáneo (han proliferado por todas las Autonomías) para comprobarlo.

Pero hecho de menos aquí una distinción fundamental: la que va de lo novedoso a lo nuevo, de lo actual a lo actuante, de lo vivo a lo compulsivo. Yo defiendo en todo, en la vida y en el arte, lo nuevo, lo actuante y vivo, que hay que diferenciar bien de todo lo que Muñoz Molina denuncia.
La vida es cambio permanente, renovación, innovación. Pero no hay renovación sobre el vacío. El cambio nace del propio impulso de la vida, no es un sombrero de plumas o zanahorias que uno se pueda colocar encima de la cabeza para llamar la atención.

Confundir lo nuevo, actuante y vivo con lo novedoso, actual, rompedor, lo nunca visto..., es un error fatal, que conduce, sobre todo, a la pérdida de tiempo y energía.
Hay un método que yo uso para distinguir inconfundiblemente lo uno de lo otro: la urgencia con que se nos presenta algo. Cuando tengo que ir corriendo a ver una exposición para estar a la última, o una obra de teatro, una película, un concierto, o leer un libro, o..., pues entonces me digo: déjalo, no vale la pena.
En cuanto se fuerza mi libertad de elección, cuando desde fuera me meten el virus de lo último, la compulsión de estar al día, pues malo, fuera.

La cultura y el arte han copiado los métodos alienantes del mercado, que necesita excitar constante y convulsivamente el consumo de lo efímero, reproducir una relación de necesidad, dependencia y urgencia para sostener la producción y el beneficio.

Pero la vida no tiene nada que ver con todo este tinglado. Sólo si pone uno la atención en lo que de verdad le importa, se da cuenta de la distancia que hay entre el verdadero disfrute y este ir detrás de lo último.

En realidad, se persigue lo novedoso para huir de lo nuevo, se corre detrás de lo último para no buscar lo renovador, se deja absorber por lo actual para no encarar lo que permanentemente actúa, se prefiere la repetición compulsiva al cambio y la búsqueda inflexible de la perfección.

No corras detrás de novedades, porque lo nuevo está dentro de ti, no fuera. Si tú no cambias, si no buscas impecablemente tu perfección, es inútil que estés a la última. Por muy rompedor que te creas, no haces más que recrear lo viejo, volver a lo mismo, disfrazado de novedad.

Original es lo que se asiente en el origen, y el origen de todo es la vida. Si algo no produce entusiasmo, placer, renovación vital, por muy novedoso y actual que sea, pues está muerto, es una despilfarro de tiempo y energía.
Cuando uno está atento a todo lo vivo que le rodea, le sobran estímulos, no necesita para nada correr tras de lo último para estar al día, o sea, para estar presente en este mundo, a cada instante nuevo, recién salido del último día de la creación.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Dudo de los blogque manipulan los comentarios.

Anteriormente leí con atención y he visto un

comentario.En este momento ,pensaba escribie el mío.

Pero todo ha cambiado.

Cual es la idea de hacer desaparecer las opiniones.

No era algo sucio ni mal intencionado.

No entiendo.

Me despido.María

Santiago Trancón Pérez dijo...

NO SÉ A QUÉ TE REFIERES, MARÍA. NUNCA HE SUPRIMIDO NI UN SOLO COMENTARIO.

Anónimo dijo...

Ahí van dos casos más de ¿corrupción? ¿prevaricación? ¿tráfico de influencias?: el último premio Emilio Prados, que organiza la editorial Pretextos recayó en un asalariado de esa misma editorial, un tal Rafael Espejo. El último premio Emilio Alarcos recayó en un licenciado en Filología de la Universidad de Granada que prepara su tesis doctoral sobre Ángel González y en el jurado andaba el omnipresente Luis García Montero, cuyo último libro versa sobre la figura de Ángel González. Por otro lado, el flamante ganador de este último premio, un tal Fernando Valverde, colaborador, como no, del diario El País (como García Montero), se ha permitido declarar que hay muchos malos poetas. Me gustaría saber si ese "muchos" se refiere a todos los que se han presentado al premio que tan merecidamente cree que ha ganado.
saludos.