(Imagen: Dino del Monte)
Los mejicanos la llaman “gripe puerca” o, si se ponen más finos, “gripe de infuenza porcina”. La anterior tuvo un nombre más críptico: “gripe aviar”, que tanto podía ser de los aviones como de las aves (al parecer, pollos).
¿Por qué esta alarma, este anuncio de la catástrofe? Aclaremos el asunto.
Primero, la gravedad de la amenaza. La OMS la ha medido con un 5, o sea, al borde el 6, o sea, al borde de la pandemia apocalíptica (ya no hay más números en la chistera). Bien, bien, aceptémoslo, pero seamos coherentes. Apliquemos la misma media cualquier otra enfermedad: la gripe de cada año, el cáncer, el sida, la tuberculosis... Cojamos todos los virus potencialmente mortales y apliquémosle la estadística: no estaríamos en la antesala de la catástrofe, sino en pleno Apocalipsis.
Pero, si lo que nos preocupa de verdad son las muertes, pongamos en la suma a los que mueren cada día de hambre, ausencia de higiene, la falta de medicamentos básicos o las guerras. Sólo un dato: en Méjico mueren cada año más de 50.000 personas por problemas respiratorios (gripe, contaminación, insalubridad...); sesenta millones de mejicanos carecen de un sistema público de salud... ¡Eso sí que es alarma! Si lo que necesitamos son montones de muertos, pues ahí están. Y si aún no nos alarmamos, pues vayamos a África.
Así que el verdadero problema no es este virus, que no sólo está mal llamado, pues no lo padece el cerdo, sino, sobre todo, interesadísimamente manipulado. La gripe más terrible es la mental, la que se propaga por los medios de comunicación y la que los políticos amplifican y transmiten a nivel mundial. ¿Y quiénes son los beneficiados? Las compañías farmacéuticas, un verdadero cáncer social, infinitamente más peligroso que todos los virus del mundo juntos. ¿Sus aliados? Los medios de incomunicación de masas. ¡Hay que conocer el miedo, la angustia que tienen esos medios cuando no tienen alguna noticia catastrófica con que rellenar las primeras páginas o la apertura de los informativos! ¡Eso sí que los alarma!
Se sabe que no hay mejor medio para evitar catástrofes sanitarias que la higiene, la alimentación, la educación, medicamentos sencillos y baratos, ciudades no contaminadas... ¡Y la verdad! Y la verdad es que nos engañan, nos manipulan, estimulan el miedo, lo alimentan cada día porque es la inversión más rentable. Lo que de verdad alarma, es esta verdad. Produce tanto pavor, que es mejor desviarla, camuflarla y echarle la culta a eso que ni siquiera sabemos lo que es, cómo muta, como actúa, por qué unos sí y otros no, ahora sí y luego no: los virus.
Los mejicanos la llaman “gripe puerca” o, si se ponen más finos, “gripe de infuenza porcina”. La anterior tuvo un nombre más críptico: “gripe aviar”, que tanto podía ser de los aviones como de las aves (al parecer, pollos).
¿Por qué esta alarma, este anuncio de la catástrofe? Aclaremos el asunto.
Primero, la gravedad de la amenaza. La OMS la ha medido con un 5, o sea, al borde el 6, o sea, al borde de la pandemia apocalíptica (ya no hay más números en la chistera). Bien, bien, aceptémoslo, pero seamos coherentes. Apliquemos la misma media cualquier otra enfermedad: la gripe de cada año, el cáncer, el sida, la tuberculosis... Cojamos todos los virus potencialmente mortales y apliquémosle la estadística: no estaríamos en la antesala de la catástrofe, sino en pleno Apocalipsis.
Pero, si lo que nos preocupa de verdad son las muertes, pongamos en la suma a los que mueren cada día de hambre, ausencia de higiene, la falta de medicamentos básicos o las guerras. Sólo un dato: en Méjico mueren cada año más de 50.000 personas por problemas respiratorios (gripe, contaminación, insalubridad...); sesenta millones de mejicanos carecen de un sistema público de salud... ¡Eso sí que es alarma! Si lo que necesitamos son montones de muertos, pues ahí están. Y si aún no nos alarmamos, pues vayamos a África.
Así que el verdadero problema no es este virus, que no sólo está mal llamado, pues no lo padece el cerdo, sino, sobre todo, interesadísimamente manipulado. La gripe más terrible es la mental, la que se propaga por los medios de comunicación y la que los políticos amplifican y transmiten a nivel mundial. ¿Y quiénes son los beneficiados? Las compañías farmacéuticas, un verdadero cáncer social, infinitamente más peligroso que todos los virus del mundo juntos. ¿Sus aliados? Los medios de incomunicación de masas. ¡Hay que conocer el miedo, la angustia que tienen esos medios cuando no tienen alguna noticia catastrófica con que rellenar las primeras páginas o la apertura de los informativos! ¡Eso sí que los alarma!
Se sabe que no hay mejor medio para evitar catástrofes sanitarias que la higiene, la alimentación, la educación, medicamentos sencillos y baratos, ciudades no contaminadas... ¡Y la verdad! Y la verdad es que nos engañan, nos manipulan, estimulan el miedo, lo alimentan cada día porque es la inversión más rentable. Lo que de verdad alarma, es esta verdad. Produce tanto pavor, que es mejor desviarla, camuflarla y echarle la culta a eso que ni siquiera sabemos lo que es, cómo muta, como actúa, por qué unos sí y otros no, ahora sí y luego no: los virus.
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