Pensamos en términos absolutos: o todo o nada. La mayoría de nuestros errores provienen de este modo de pensar. El pensamiento absoluto solo nos sirve para casos de emergencia. Para todo lo demás nos estorba.
En el universo todo tiene dos polos, dos caras, dos estados, dos aspectos. Pero los opuestos o contrarios nunca son incompatibles o excluyentes, sino necesarios y complementarios. Incorporar este principio a nuestro modo de pensar es muy saludable. Reconocer los opuestos, aceptar los contrarios.
En la vida siempre hay todo y nada a la vez. En la vida siempre hay algo que muere. En la muerte siempre hay algo que vive.
En lo bello siempre hay algo feo. En lo feo siempre hay algo bello. En lo malo siempre hay algo bueno. En lo bueno siempre hay algo malo.
En la quietud siempre hay algo que se mueve. En el movimiento siempre hay algo que está quieto. En el hacer siempre hay un no hacer. En el no hacer, un hacer.
En el éxito, parte de fracaso. En el fracaso, una parte de éxito. En lo fácil, algo difícil. En lo difícil, algo fácil.
En el decir, un no decir. En el no decir siempre hay un decir. En el valor, cobardía; en la cobardía, valor.
En todo lo manifiesto siempre hay algo oculto; en lo oculto, algo manifiesto.
En el odio, algo de amor; en el amor, algo de odio. En la admiración, desprecio; en el desprecio, admiración.
En el poder siempre hay algo de debilidad; en la debilidad, poder. En la felicidad, infelicidad; en la infelicidad, felicidad.
Entre los opuestos, uno elige el extremo hacia el que se dirige, allí donde centra su atención e interés. Elige, pero no excluye. El arte consiste en no ignorar que siempre existe lo contrario, lo opuesto.
Cuando uno acepta que en la vida no hay todo ni nada, sino todo y nada. Cuando uno tiene siempre en cuenta lo que quiere y su contrario, lo positivo y lo negativo. Cuando comprende que los opuestos son necesarios, entonces todo pierde el carácter de absoluto, de vida o muerte.
Se pierde el miedo a la vida, se pierde el miedo a la muerte.
Pero negar el pensamiento absolutista, catastrofista, no tiene nada que ver con esa falsa virtud: la del medio. Aceptar los contrarios no es quedarse en medio. En el medio nunca está la virtud. La virtud está en elegir un extremo, un polo,y dirigirse con toda determinación hacia él, pero teniendo siempre en cuenta que lo contrario, lo opuesto, sigue ahí y es necesario.
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