(Foto: PortfolioNatural)
Pensamos para comprender.
Comprendemos para aceptar.
Aceptamos para comprender.
Necesitamos comprender para aceptar.
Necesitamos aceptar para comprender.
Sin comprensión no hay aceptación.
Sin aceptación no hay comprensión.
Comprender es algo más que saber, que interpretar, que conocer.
Comprender es tener una visión de conjunto, abarcarlo.
Para comprender hay que observar la totalidad sin prejuicios ni actitudes cerradas.
Pero para comprender hay también que comprimir, simplificar, reducir la heterogeneidad y no perderse por las ramas.
La comprensión es un ejercicio mental; la aceptación, una actitud, un estado emocional.
Comprender y aceptar, aceptar y comprender. No es posible lo uno sin lo otro.
Comprensión no es compasión; aceptación no es resignación.
Para cambiar la realidad, primero hay que comprenderla y aceptarla.
Para cambiar uno mismo, primero necesita comprenderse y aceptarse.
Nada más útil, nada más necesario, nada más creativo, que ejercitarse en la aceptación y la comprensión. Antes que pelear, antes que resignarse, antes que angustiarse, antes que nada, uno debe aprender a ver, observar todo sin ideas previas, sin pensamiento alguno, y, al mismo tiempo, aceptar todo lo que ve.
Comprensión fría, aceptación serena: ante todo y ante todos. Si esto falla, todo lo que hagamos carecerá del contacto directo con la realidad, del brillo y la fuerza que la realidad desprende.
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1 comentario:
Gracias por tus pensamientos,me aclaran un montòn.EMI
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