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sábado, 8 de marzo de 2008

ALGUNOS EJEMPLOS PARA EXPLICAR MEJOR QUÉ ENTIENDO POR CONCIENCIA

(Foto: PortfolioNatural)
Más importante que lo que hacemos, es cómo lo hacemos.
La mejor forma de aprender a hacer algo es haciéndolo, pero no de cualquier manera, sino poniendo toda la atención en la forma en que se está haciendo.
No es tan importante lo que hagas en tu vida; más importante es cómo lo hagas y cómo lo vivas, sea lo que sea.

Si caminas, pon tu atención en cómo caminas.
Cuando caminas, siente que el suelo no es tan sólido como lo ves y piensas, sino una masa flotante de átomos y partículas subatómicas moviéndose en el vacío; que el vacío es mucho mayor que lo ocupado; que lo sólido sólo lo es para el ojo y el pie; que lo estable está en realidad bullendo a velocidades inimaginables.
Mueve tu cuerpo, respira, haz el ejercicio o movimiento que quieras, pero concéntrate en cómo lo mueves, cómo se mueve tu cuerpo y qué sientes física y energéticamente, sin tratar de definirlo ni ponerle palabras.

Si miras algo, pon tu atención en cómo miras, en cómo miran tus ojos.
Si ves algo, no trates de clasificar ni definir lo que ves, sino que presta atención a cómo ves lo que ves.
Cuando mires hacia el horizonte, no importa lo que veas o distingas, sino que abarques y percibas la totalidad sin fijar tu vista en nada, dejando que tus ojos vean por ti, dándote cuenta de que estás percibiendo, pero sin saber lo que percibes ni cómo.

Si hablas, presta atención a cómo hablas y cómo dices lo que dices.
Cuando hables, deja hablar a tu cuerpo.
Si escuchas, date cuenta de cómo escuchas, qué postura adopta tu cuerpo y que hacen tus ojos (los ojos están conectados al cerebro, a los pensamientos).
Si lees, presta atención a cómo lees, no sólo a lo que lees y cuánto lees.
Si te emocionas, pon atención a qué ocurre en tu cuerpo más que a lo que piensas y te repites compulsivamente a ti mismo en ese momento.

Date cuenta de cómo están tus ojos y cómo los mueves: cuando están relajados ven mejor, todo se vuelve más nítido y transparente.
Mira hacia fuera, no hacia dentro, no hacia las imágenes y palabras de tu cerebro. Comprobarás que tus ojos y tu manera de mirar cambian.
Los ojos también pueden servir para serenar y dominar los pensamientos: rompe su automatismo, su compulsión y fijeza.
Concentra tu mirada de manera difusa en el aire y el espacio que hay entre ti y los objetos, entre ti y las personas, más que en los contornos, las formas o los colores concretos. Déjate llevar por ese fluir o chispear de las partículas del aire, de esa nube sutil que parece consciente de sí misma.

Bueno, no estoy dando ninguna tabla de ejercicios, sino poniendo ejemplos sencillos a través de los cuales se puede llegar a entender qué es eso de experimentar la “conciencia de ser”. Como se ve, es en gran parte un problema de atención. El que se da cuenta, o lo que se da cuenta, en todos estos casos, no es la mente ni el yo social, sino otra cosa a la que llamo conciencia, estado o nivel de conciencia. Se produce un cambio sutil de la percepción: de percibir la realidad, tal y como nos hemos acostumbrado a pensar y definir, pasamos a percibir y sentir lo real, eso que está ahí y cuya existencia no es más que pura presencia, sin que sepamos realmente qué es. Algo ocurre en el cerebro, una vibración distinta, ondas de energía que se sincronizan a un ritmo más lento, rompen la compulsión y automatismo de los circuitos sinápticos.

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