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jueves, 8 de mayo de 2008

LA MARIPOSA DE CHUANG TSE

(Foto: S.Trancón)



Mucha gente alude a la cita de Chuang Tse sobre la incertidumbre que provoca el sueño, que borra la conciencia de lo que somos y no somos, pero suele transcribirla e interpretarla de modo incompleto. He encontrado una versión que me satisface:

En cierta ocasión, yo, Chuang Tse, soñé que era una mariposa que volaba y disfrutaba por el cielo. No tenía idea de que fuera Chuang Tse. De golpe, desperté y era Chuang Tse de nuevo. Pero no puedo decir ahora si he sido Chuang Tse soñando que era una mariposa, o soy una mariposa que ahora sueño que es Chuang Tse. No obstante, tiene que haber alguna diferencia entre Chuang Tse y la mariposa. A esto le llamamos la transformación de las cosas.

Chuang Tse no borra la diferencia entre lo real y lo irreal, como suele interpretarse, ni entre lo que somos y no somos, ya que no duda de que existe una diferencia entre Chuang Tse y la mariposa. ¿De qué nos habla, entonces? Pues de la relación entre identidad y conciencia, que el sueño altera, ya que el sueño es un estado de conciencia que puede disolver la conciencia de uno mismo. Al desaparecer el yo, uno puede tomar la conciencia de una mariposa y volar por el cielo. La conciencia sobrepasa la identidad física y las leyes de la continuidad espacio-temporal. De aquí nace la incertidumbre. Pero el mundo físico (real, solemos decir) sigue existiendo, aunque, y esto es otro de los mensajes de texto, esa realidad está en permanente transformación.
Añadiré una experiencia totalmente real:

En una ocasión me perdí por una montaña de Asturias y mientras caminaba por un sendero, a media tarde, descubrí sobre una mata una mariposa que nunca había visto antes, grande, inmóvil (con esa inmovilidad que sólo pueden alcanzar los insectos), bellísima, pero inquietante. Me quedé embelesado durante un largo rato atraído por los colores rojos, blancos y azules de sus alas. Antes de oscurecer subí al coche y regresé a casa, que estaba a más de quince kilómetros. Pues bien, cuál no sería mi sopresa al descubir, posada sobre la puerta, una mariposa idéntica. No puedo decir que fuera la misma mariposa, claro, pero tuve la total certeza de que sí lo era, porque se trataba de una mariposa fuera de lo común, os lo aseguro. ¿Pura coincidencia? Yo me inclino a pensar que hubo una conexión entre su conciencia y la mía, y eso provocó el nuevo encuentro. ¿Entramos en el mismo sueño?





1 comentario:

Anónimo dijo...

Saludos, Santiago. Te he encontrado por casualidad... pero enseguida detecto mucho terreno común. El teatro, la voz y la palabra, la mirada, la naturaleza (esa real, de los sentidos, más que la de la mente),la experiencia, el jabalí... Supongo que podremos hablar. Huelo por debajo de tus escritos un aroma de Haiku.
Buena noche.